La terapia de pareja se centra en un programa que aborda los diferentes aspectos de la relación, constando cada uno de ellos de variadas estrategias de modificación del estilo de relación y expresión de emociones.
Leer másLA IMPORTANCIA DE LOS LÍMITES EN LA RELACIÓN
En una relación de pareja se busca un equilibrio en que las dos partes se sientan satisfechas y seguras dentro del marco de convivencia en el que viven.
Al principio de la relación es completamente normal no establecer límites claros en lo que estamos dispuestos a consentir más allá de los temas más habituales, como la fidelidad o la posibilidad de formar una pareja abierta.
Según avanza la relación o la convivencia, nos damos cuenta que hay multitud de temas en los que necesitamos establecer unas “red lines” que no se deberían traspasar, porque nos hacen sentir incómodos o frustrados.
Sin embargo, a veces no dejamos esas líneas rojas bien definidas, de forma que en el momento de ponerlas ya es tarde y causa problemas dentro de la relación: ¿por qué lo que antes al otro le parecía bien ahora es motivo de una bronca?
No se trata de crear un manual de obligado cumplimiento sobre todos los aspectos de la vida en común.
Simplemente hay multitud de factores que afectan tanto al día a día (obligaciones, cooperación), como la libertad que se concede al otro, el tiempo compartido, si se quieren tener hijos o no, las relaciones con la familia “política” o los amigos del otro.
Establecer de antemano unas aspiraciones en la vida es necesario para evitar la divergencia.
Pero esas “líneas rojas” son extremadamente necesarias para evitar problemas serios de convivencia o incluso la alienación y pérdida de identidad de una de las partes, que se ve cada vez más pequeña y débil dentro de la relación.
Si para una persona es fundamental tener hijos, y la otra no los desea, es el momento de desearse buena suerte y seguir cada uno su camino. Ese amor de hoy, en la persona que ha tenido que renunciar a sus sueños se puede convertir en resentimiento.
Otras situaciones que aparecen y no estaban contempladas, pueden ser objeto de una conversación y un claro aviso “por aquí no paso” explicando por qué nos hace sentir mal esa situación
Obviamente si nuestra pareja nos pone como línea roja “nunca puedes tomarte una caña con los amigos”, no estamos hablando de establecer límites, estamos hablando de imposiciones que no deberían ser aceptadas a priori, porque nadie es dueño de nadie.
Si el caso es: “irte de cañas todos los viernes y jamás hacer planes conmigo para ese día, sin excepciones”, puede requerir un límite en el sentido de que la pareja también necesita su tiempo y sus prioridades.
Anteponer nuestro bienestar siempre no es la mejor forma de validar a la persona que queremos.
Por lo tanto, el establecer límites en la relación supone proteger nuestro bienestar e informar a la otra persona de las situaciones que pueden llegar a herirnos, o en algunos casos, suponer el fin de la relación sin sorpresas.
Una relación en la que sepamos qué podemos dar, qué podemos recibir y de qué líneas no podemos pasar, hace una convivencia respetuosa.
Las líneas rojas serán diferentes en cada pareja, pero en serio, es mejor hablarlo, exponerlas. A veces cuando se quieren establecer ya no es posible, o una de las personas vive dentro de una relación en la que se siente resentida o insegura mientras que la otra parte ni siquiera sabe que está haciendo daño.
BASES DE LA TERAPIA DE PAREJA
A continuación exponemos los puntos en los que incide la terapia de pareja. Los dos primeros bloques están orientados a la relación en su inicio y consolidación, y los dos segundos a la ruptura y comienzo de la vida sin la pareja.
Aunque en todas ellas se puede hacer un trabajo terapéutico para ambos miembros de la pareja, frecuentemente en la primera y última fase, se realiza una terapia individual, siempre dependiendo de la problemática.
TERAPIA DE PAREJA: TRABAJAR PARA AVANZAR
La Terapia de Pareja necesita la colaboración de ambos
¿Y CÓMO AYUDA UN PSICÓLOGO A UNA PAREJA EN CRISIS?
Además de escuchar el problema que les lleva a la consulta (la llamada punta del iceberg), hay que hacer un poquito de prospección, indagar en la historia de la pareja para conocer los puntos que les unieron y dónde están las fisuras. Normalmente lo que les lleva a la consulta es la gota que colma el vaso: hay que analizar el contenido del vaso.
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En terapia de pareja lo primero que se aprende es a expresar las propias emociones, a hablar en primera persona sobre los sentimientos y emociones, y a evitar especular sobre los sentimientos o intenciones del otro.
Con esta base se comienza un programa de modificación de conductas disruptivas por ambas partes de forma lúdica, relajada, que suele dar mejores frutos que vivir en un estado de disconfort permanente.
Leer másY TU, ¿POR QUÉ GRITAS A QUIEN AMAS?
El refranero popular debería ser asignatura de primero en la carrera de Psicología, y es que recoge la experiencia de la vida de una forma simple y a veces muy certera.
"Donde hay confianza da asco", sería un excelente ejemplo de cómo se tratan algunas parejas según va pasando el tiempo de convivencia: se pierden el respeto.
Visto desde fuera resulta sorprendente como personas que tienen un proyecto de vida en común, y en muchos casos hijos, están permanentemente en lucha, soltando descalificaciones a la mínima, poniendo el grito en el cielo a cada minuto o contestando con ladridos a cualquier demanda de su pareja.
¿Acaso se han dejado de querer? pues no, no tiene nada que ver. Se quieren pero se han dejado en el camino algo esencial que les unió: el deseo de cuidarse, la admiración, el respeto.
Cuando vienen personas a la consulta para una terapia de pareja con este problema (no se aguantan, no paran de discutir en todo el día, se llevan la contraria sistemáticamente, todo les sienta mal), lo primero que observo es la falta de contacto ocular entre ellos, unido evidentemente a la falta de contacto físico.
Se echan en cara auténticas barbaridades, no se ponen en el lugar del otro y sólo parecen estar pendientes de quedar por encima, de demostrar que uno es el bueno y otro es el malo.
La situación lógicamente es de una gran hostilidad, primando el afecto negativo en sus relaciones. Les suelo preguntar: ¿Vd. habla así a su jefe? la respuesta es un no tajante. Mi siguiente pregunta es: ¿si tuviera que elegir, perdería el trabajo o la pareja? la respuesta es el trabajo.
Ya tenemos la ecuación: lo más importante es la pareja, pero a la pareja se le chilla PORQUE NO HAY AUTÉNTICAS CONSECUENCIAS NEGATIVAS. Al jefe no, es algo impensable.
Este es el punto de arranque: "resetear" la pareja a punto inicial, cuando el intercambio de gestos y palabras era gratificante, cuando se intentaba hacer feliz al otro, sintiendo la necesidad de crear amor.
Se pierde la forma, pero no el fondo, que simplemente ha quedado dormido. En terapia de pareja se trata en primer lugar de hacer ver a las personas su actitud, lo negativo de los comentarios que ya han dejado de dar importancia, marcando cada uno de ellos e instando a las personas por expresar sus necesidades, deseos, e incluso lo que le incomoda de forma positiva.
Posteriormente existen técnicas específicas para incrementar los "refuerzos positivos" entre las parejas (es increíble ver cómo cuando se les proponen algunas sencillas técnicas sonríen azorados, como si les diera apuro expresar ternura).
Existiendo una base de amor y un deseo de permanencia por parte de ambos, erradicar los hábitos nocivos que han convertido la convivencia en un intercambio hostil es una tarea ilusionante.
La pareja que pasa por esa experiencia suele relatar después una mejora en la calidad de la relación que no sólo pasa por la convivencia en sí, sino por el deseo de recuperar muchas sensaciones dormidas.
LAS FORMAS DE CONFLICTO EN TERAPIA DE PAREJA
En los conflictos de las parejas se establecen formas de conductas que se hacen crónicas y agravan los problemas, algunos de ellos son:
RECIPROCIDAD NEGATIVA Normalmente ante una comunicación negativa, el otro miembro de la pareja responde con otra comunicación negativa, de forma recíproca.
Esta negatividad en la comunicación puede desembocar en una escalada de violencia y descartar el intento de solución de los problemas, buscando más bien "devolver el agravio"
SE DISCUTE ACERCA DE LA PROPIA RELACIÓN Uno de los métodos que se emplean para resolver los problemas de comunicación en la pareja es la reflexión sobre la forma en que se está produciendo la comunicación.
Si una persona dice: "no me estás escuchando", lleva implícito un mensaje negativo, con un componente verbal no agresivo, y la persona que recibe el mensaje, responde a la defensiva, iniciando un incremento de la comunicación en forma de reproche.
Este tipo de interacción es frecuente en parejas con un nivel de comunicación deteriorado, que atiende al aspecto emocional creando afectividad negativa, en vez de al contenido del mensaje.
LA MUJER ATACA Y EL HOMBRE EVITA O CALLA Este patrón se produce cuando la mujer da respuestas hostiles mientras que el hombre se calla o se retira, con lo que la mujer incrementa su hostilidad al no conseguir resolver sus problemas.
Este tipo de situación se da porque el hombre en la escalada de ataques tiene una responsividad fisiológica más negativa y aguanta menos el ataque verbal, por lo que prefiere retirarse.
Todos estos patrones de conductas buscan la solución del conflicto, pero en vez de conseguirlo, lo agrava y perpetúa, consolidándose un patrón de comunicación tóxica que puede acabar con la pareja.
LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS (LA DESTRUCCIÓN DE LA PAREJA)
El amor, el compromiso, el “contigo pan y cebolla”… ¡qué tierno todo! Cuánta ilusión por comenzar una vida en común y, sin embargo, cuántas veces nos alejamos de aquellos objetivos que nos guiaban para unir la vida a la otra persona.
Lo que era comprensión, complicidad e ilusión, se convierte en una rutina llena de reproches y rencores.
Sin darnos cuenta nos dejamos engullir por la rutina, por las responsabilidades y nos olvidamos de que esas responsabilidades que un día aceptamos como vehículo para unirnos a otra persona, se han convertido en la esencia de la relación y él “nosotros” ha pasado a ser un asunto fastidioso, fuente de malestar.
John Gottman diseñó un método de trabajo en los conflictos de pareja, que incide en los cuatro problemas fundamentales que existen en la relación. A ellos se refiere con el terrorífico nombre de “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”
Siguiendo el método Gottman, el objetivo en la terapia de pareja es ayudar a las personas a cambiar el conflicto verbal por formas más adaptadas de comunicación, fomentando la complicidad, la intimidad, el respeto y las muestras de afecto.
Igualmente se marcan aquellas actitudes para evitar el conflicto (sin que por ello desaparezca), o de mantener una actitud retadora, a la defensiva.
En definitiva, se busca cambiar el conflicto verbal por comunicación y tender puentes para que las conductas que van abriendo una brecha entre la pareja desaparezcan y vuelvan a “sintonizar”.
Es una trabajo en el que el terapeuta, a través de una escucha y observación de la interacción que se produce en la pareja, va marcando aquellos “jinetes” que van cabalgando directamente hacia la destrucción de la relación.
Se busca dotar a las personas herramientas de comunicación o de modificación de conducta para incrementar el intercambio positivo y volver a esa línea base en la que decidieron que merecía la pena construir un proyecto de vida en común.
COMUNICACIÓN EN LA PAREJA: "LOS LECTORES DE MENTES"
Los lectores de mente hacen interpretaciones libres de la conducta de su pareja, y actúa según la convicción de que aciertan con su pensamiento.
Entonces se montan la película, de la película sale la bronca, porque el supuesto pensador/a puede protestar diciendo que eso no es lo que piensa, que no es cierto, y la otra persona dirá: “mientes”, nada, que uno no es dueño de sus pensamientos.
Leer másAMOR VIRTUAL, REALIDAD VIRTUAL
La irrupción de las redes sociales como parte de nuestra vida está causando serios estragos en muchas parejas hasta el momento estables.
El proceso, que suele comenzar con un "reencuentro" de viejos amigos en Facebook o un conocimiento paulatino en otras redes tipo Twitter (vamos a dejar de lado otro tipo de redes de contenido explícito para buscar pareja o relaciones rápidas), suele convertirse en un proceso de bola de nieve que acabe con una relación.
Curiosamente es más frecuente que la persona "enganchada" sea un varón, de mediana edad y sin antecedentes de infidelidades.
El sistema es simple, aunque la persona que está pasando por este trance lo ve como una obsesión y no logra comprender cómo ha llegado a este punto.
Los ingredientes son perfectos: falta de compromiso, poder vender una imagen idealizada de uno mismo, atención constante, focalización en temas amorosos o que incrementan la autoestima de la persona y ausencia de todo aquello que puede suponer rutina, compromiso o las situaciones a veces incómodas que se producen en la convivencia.
Normalmente la persona "captada" se siente hechizada ante los halagos que recibe, siempre existe una constante gratificación que le hace alejarse de la realidad, y como si de una droga se tratara comienza a obsesionarse con la llegada de mensajes, canciones dedicadas, verbalización de fantasías sexuales y la sensación de sentirse nuevamente joven, enamorado, apasionado.
Este tipo de relaciones suelen ser simples fantasías donde ambos miembros dejan fluir todo aquello de lo que carecen en su día a día.
En muchas ocasiones el hombre comenta que no puede llegar a comprender cómo ha podido desvincularse completamente de su pareja, a pesar de quererla y ni siquiera estar pendiente de los hijos, como "si se sintiera abducido". No entienden una situación racional directamente porque no lo es.
El sistema de gratificación intermitente es un clásico en las teorías de aprendizaje: si quieres someter a un animal a estar pendiente continuamente de que haga algo, no le refuerces siempre, hazlo de forma intermitente, sin pauta fija ni horarios. Así de simple funciona el aprendizaje y así de simple se crea una ciber-obsesión.
La forma de salir de ella es altamente traumática. Por una parte suele producirse porque la pareja se da cuenta, y es el momento de enfrentarse a la realidad: seguir en pos de la fantasía o intentar recuperar la pareja.
Al principio es complicado: la obsesión es tan fuerte como la droga dura y la persona tiene dificultades para controlar sus deseos de consultar el móvil o el ordenador, piensa continuamente sobre lo ocurrido como algo idealizado. Por otra parte la otra parte de la pareja se siente engañada y con deseos de ruptura.
La terapia en estos casos siempre comienza con la persona que ha sufrido esa obsesión: hay que devolverle a la realidad y mitigar los sentimientos de culpa, hay que buscar el por qué los halagos pueden llegar a enganchar de tal forma.
A veces la falta de autoestima es la base del problema. En otros casos no podemos negar que hasta la pareja más perfecta puede haber entrado en un ciclo rutinario en el que se necesiten introducir cambios para reactivar las emociones.
Tras el trabajo con la persona afectada para que comprenda la realidad y la disocie de la fantasía, se trabajan aspectos de su personalidad, y de forma paralela, muy frecuentemente hay que trabajar con el otro miembro de la pareja, primero para que comprenda que lo sucedido pertenece a una realidad completamente virtual (no por ello menos dañina pero con otra base).
Hay que evitar los reproches, las preguntas de los por qués que en muchísimas ocasiones no tienen respuesta, porque hablamos de personas que en ese momento no actúan de forma racional, sino impulsiva.
Por último, sesiones de terapia de pareja pueden ayudar a fomentar la confianza,, buscar nuevas vías de relación y ayudar a comprender que a veces una crisis, tan dolorosa como esta, puede servir para reforzar la relación y solucionar problemas latentes, que en ocasiones han estado ocultos durante años.
AMAR ES UN ARTE QUE POCOS CULTIVAN
Es difícil amar a otro más que a uno mismo, pocas veces se logra y nos conformamos con sucedáneos de lo que debería seguir creciendo hacia la perfección, pero nuestra incapacidad, nuestros miedos o la falta de memoria nos hace estancarnos en relaciones buenas pero no bellas.
Ojala pudiéramos sentir por nuestra pareja como el primer día. La verdad, sería agotador, pero a la vez, y esto no es cuestión de intensidad sino de calidad, el conservar intacta la motivación hacia la otra persona nos haría ponernos las pilas y no dejar nuestra relación como algo estable pero un poco inerte.
Os propongo que reflexionéis (a aquellos que tenéis pareja, el resto toca esperar tiempos mejores).
¿Qué tal vamos con aquel deseo irracional de ver, tocar, oler a nuestra pareja? tal vez lo hayamos cambiado por poner una mejilla indiferente para recibir unos frios labios a la vuelta del trabajo.
¿Os acordáis cuando os arreglabais y ambos parecíais dos sanluises cuando quedabais para tomar el aperitivo? mira a tu lado: tú eres la de la bata horrorosa y supercómoda y él se está rascando el glúteo en calzoncillos y una camiseta raída. Esa confianza que da asco.
Antes sus “cosas” nos hacían gracia y ahora nos superan. La crítica, el no pasar ni media, suele ser una práctica habitual en parejas que se llevan bien (a no ser que uno de los miembros sea pasota profesional).
A veces la pareja se vuelve competitiva para conseguir sus propios objetivos y se olvida que la convivencia es no vivir juntos, es VIVENCIAR juntos.
No es cuestión de quien consigue el máximo confort o que la vida se adecúe mas a sus deseos, se trata de hacer de la vida una aventura maravillosa, de poder disfrutar cada minuto del que disponemos, de coger fuerzas para afrontar los malos momentos con cohesión, sintiéndonos arropados.
Amar no es olvidarse de uno mismo, en absoluto. La persona sigue siendo un ente individual que necesita sus parcelas, y que va nutriendo su personalidad.
En el amor hay sitio para el ser individual, pero la persona siente que sus propias experiencias, su parte personal, de forma que siempre puede aportar nuevas cosas a la pareja. Si dejas de ser uno mismo para ser parte del otro pierdes tu esencia, y no te nutres ni puedes nutrir a la relación.
Dejad de lado las rutinas, vivid como locos la experiencia del amor.
Utilizar la cabeza para hacer planes sorprendentes, usar las manos para volver a las caricias, usar los ojos para mirar y no sólo ver.
Comunicaros, confesaros, expresaros, haced de vuestra pareja el compañero perfecto con todas sus imperfecciones, y sí tenéis que aprender a respetar a la otra persona con sus defectos, porque así le conocisteis y le amasteis.
El viejo truco del “ya le cambiaré” es algo estúpido, es como querer programar que la persona a la que empiezas queriendo como es debe terminar siendo un frankenstein de lo que a ti te conviene, si tu no quieres que te cambien, ¿por qué has de cambiar a tu pareja?
Si no eres alérgico, dedica el domingo a disfrutar y no hacer limpieza general como si hubiera revisión de tropas a las 8 de la tarde. Nadie vendrá a decirte que tu casa es una patena, pero te habrás perdido un abrazo en el paseo, una broma, una siesta llena de paz….
La memoria es una de las más potentes armas para cultivar el arte del amor. Memoria para no perder de vista lo que te llevó a la persona y todo aquello que deseabas hacer junto a ella.
Vive el amor como un arte y no como una rutina. Compartir la vida con otra persona puede ser una aventura apasionante. No la degrades, no dejes pasar la oportunidad de convertir tu vida en un viaje maravilloso .
Yo he visto parejas de ancianos que resumían a la perfección esta lección bien aprendida. Ver la ternura de sus manos entrelazadas, sus ojos cruzarse, cómo se ayudan a caminar es de las experiencias más sobrecogedoras y bellas que se pueden vivir.
Luchar por ser una de esas parejas. Está en vuestras manos.
¿PODRÍA SER AMOR?
Una vieja polémica, aún no resuelta, es la que intenta distinguir al amor de otros estados emocionales y sentimientos como la atracción, el gustarse y el simple “enamoramiento”:
¿Es cualitativamente similar a los demás tipos de atracción interpersonal, con diferencias cuantitativas de intensidad, o es una realidad psicológica distinta y específica?
Y, por otro lado ¿son todos los tipos de amor similares o tienen características diferenciales?
Tradicionalmente, la psicología científica ha defendido diferencias cualitativas entre el amor y la atracción, así Rubin presentó una escala diferenciadora del amor y la atracción, siendo los elementos cruciales los siguientes:
La atracción exige:
a) una evaluación favorable del otro (admiración)
b) respeto y confianza
c) percepción de semejanza (sentirnos parecidos);
El amor comprende:
a) una necesidad de estar con esa persona (apego)
b) una tendencia a prestarle ayuda aún cuando esto exija un sacrificio
c) un deseo de intimidad y exclusividad.
Por sexos, en los hombres se establece una mayor correlación (0,56) entre el amor y la atracción que en las mujeres (0,36), distinguiendo más claramente éstas ambos sentimientos y siendo más probable que una mujer se enamore de un hombre que no le gusta que a la inversa.
En concreto, hay tres importantes consideraciones que diferencian la atracción y el amor:
a) La fantasía: Las personas se sienten atraídas por quienes las gratifican, pero quienes aman pueden hacerlo a personas que realmente las gratifican o que las gratifican en sus fantasías (esto puede llevar, claro está, a la pasión y a la “ceguera”, enamorándonos de una criatura perfecta que nos proporciona una gratificación ilimitada... lo cual lleva fácilmente al desengaño.
Así nos convencemos de que la persona amada posee cualidades extraordinarias, lo cual –con la convivencia– puede desinflarse o, como todos los espejismos, desvanecerse y, llevar a la ruptura si el único fundamento de la relación era este espejismo o ceguera).
b) El tiempo: La clave del verdadero amor la da el tiempo; el verdadero amor se consigue luchando contra el tiempo, habiendo desaparecido, incluso, la pasión, fortaleciéndose con las gratificaciones reales y no con las fantaseadas.
c) La sensatez: La atracción suele ser un fenómeno sensato, mientras que el amor –sobre todo el apasionado– no suele acogerse a normas sensatas, puesto que es algo más emocional que racional, aunque –para que funcione– no debe llegar a la “locura de amor”
Ciñéndonos más al amor de pareja (“apasionado” o “romántico”) Hatfield y Walster lo definen como “un estado de intenso deseo por la unión con otra persona” con las siguientes características:
a) Es un estado cargado de emociones y de excitación fisiológica general (atracción, deseo sexual, celos, enfado, ambivalencia y malestares por ausencia o nimiedades) fácilmente evidenciables
b) Con pensamientos recurrentes y característicos sobre la persona amada (idealización, temor al rechazo/abandono)
c) Con patrones peculiares de conducta, verbales y no verbales
LA DISTINCIÓN ENTRE EL ENAMORAMIENTO Y EL VERDADERO AMOR
Debe distinguirse entre el verdadero amor y la pasión, describiéndose el primero como maduro, duradero y sensible, frente a la pasión que se describe como infantil, caprichosa e irracional.
De igual modo se diferencia del efímero amor romántico, siendo el amor verdadero más realista y duradero y más propio de las personas casadas que de las solteras. De hecho nadie puede mantener por mucho tiempo el mito y el irrealismo ideal que se fabrica durante el enamoramiento romántico y la pasión.
Se plantea que el amor romántico-apasionado es un fenómeno en su mayor parte de creación cultural, es decir, una forma cognoscitiva de calificar fuertes emociones con sustrato hormonal, que toma sentido del contexto social y no del contenido fisiológico de la excitación.
En este marco, para que se dé el enamoramiento –flechazo–apasionado, el sujeto tiene que:
a) haber aprendido en su cultura que el amor es algo socialmente apropiado
b) tiene que aparecer otra persona que en la realidad o en la fantasía reúna las características adecuadas para ser el objeto de nuestro amor
c) ha de haber un estado de excitación emocional relacionado con la otra persona .
¿Es el componente sexual uno de los elementos diferenciadores?, la respuesta es que este componente no es clarificador, siendo más importante las emociones intensas y cómo se interpretan éstas
NUNCA TE SEPARES "EN CALIENTE"
Muchas personas que viven en pareja llegan a un momento en su vida en las que el tedio, la incomprensión, la soledad se han hecho sus mejores compañeros.
Miran atrás, a los que les llevó a unirse a una persona y no pueden encontrar ninguna de las razones.
La ilusión, el compromiso, las ganas de compartir y disfrutar de las pequeñas cosas se han esfumado y se sienten completamente vacías, y en algunas ocasiones desesperadas.
La presión familiar, los amigos, la presencia de hijos, la motivación económica, hacen difícil replantearse la vida, la persona se encuentra en un cruce de caminos: la felicidad y la estabilidad.
Esta situación es realmente peligrosa. La insatisfacción personal puede llevar a ver todo bajo un prisma negativo, a no estar atento a la parte buena de la relación, minimizando la gratificación que recibe y focalizando la atención en los aspectos negativos, lo que alimenta la sensación de vacío y fracaso.
Ante una situación de este tipo, es necesario que la persona analice sus sentimientos, de una forma global.
En algunas ocasiones, la ayuda de un terapeuta que dirija las preguntas que la persona debería formularse, puede ayudar a ese proceso de clarificación.
Dejar a la otra parte de la pareja al margen de esta crisis puede resultar perjudicial y por supuesto, nada leal: el otro tiene que saber su parte de responsabilidad y tener la oportunidad de meditar sobre hacia dónde se dirige su relación
Si los lazos son el cariño o el amor verdadero, si existen los motivos que les llevaron a unir sus vidas, y si quiere luchar (de verdad) para buscar nuevas vías para fortalecer su compromiso.
La terapia de pareja puede ayudar mucho a las parejas en crisis, cuando existe realmente una motivación para cambiar aquellas actitudes o formas de ver la relación que les han hecho alejarse.
Desgraciadamente muchas veces en terapia de pareja nos encontramos con una falta de compromiso: una de las partes busca realmente nuevas fórmulas de acercamiento y la otra parte "está cubriendo el expediente" porque no desea abandonar la relación.
Las personas ante una crisis de relación deberían disgregar los aspectos de permanencia o abandono, analizando cada factor por separado. El núcleo de la intervención se basa en la propia felicidad del individuo, y los miedos se tendrán que ir tratando uno a uno.
Es absurdo continuar con una pareja cuando no existe comunicación o las muestras de afecto se reducen a una relación fría y "políticamente correcta", ya que eso es una fuente de insatisfacción no sólo para ambas personas, sino también para las personas que forman el núcleo familiar.
Establecer las verdaderas razones que nos llevan a pensar que la relación está acabada tienen que pasar por un análisis "con el corazón el la mano", ya que a veces factores externos, como enamoramientos por cubrir el vacío afectivo, envidia de la situación de otras personas en situación de libertad, pueden llevar a una obstinación respecto al fin con consecuencias dramáticas.
Si la situación realmente no depende de factores externos, o la necesidad de un cambio ha aparecido de forma independiente o anterior, la persona debe evaluar su momento afectivo de forma intrínseca, buscando lo que realmente desea en la vida.
Debe tener en cuenta el daño que produce, pero no como un factor de paralización de su camino, sino buscando la forma más madura y adaptada de plantear esta nueva situación.
En ocasiones se espera a que los niños sean mayores, para que no sufran (¿alguien cree realmente que el sufrimiento de los hijos es menor a los 20 años que a los 10?, ¿no será la forma y no la edad la que tengan repercusión sobre el afrontamiento de la situación?).
Otras veces es el "disgusto que se va a llevar la familia" lo que paraliza el proceso, o la presencia de problemas económicos que hacen difícil o imposible la existencia de dos núcleos familiares: si la casa pesa más que la felicidad, tal vez la persona deba plantearse que sus objetivos vitales están más próximos a lo material que a lo afectivo y deba quedarse en esa situación.
Dar a la otra persona la posibilidad de ser nuevamente amada, cuando nosotros ya no tenemos nada que ofrecer más que una convención social o un interés económico es a veces un síntoma de salud mental, equilibrio personal y coherencia.
Además de representar el último gesto de generosidad hacia alguien que tal vez se merezca algo mejor.
AMOR, ENCAPRICHAMIENTO.... ESE TERRIBLE LIO DE LAS EMOCIONES
Debe distinguirse entre el verdadero amor y la pasión, describiéndose el primero como maduro, duradero y sensible, frente a la pasión que se describe como infantil, caprichosa e irracional; de igual modo se diferencia del efímero amor romántico, siendo el amor verdadero más realista y duradero y más propio de las personas casadas que de las solteras.
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