El amor, el compromiso, el “contigo pan y cebolla”… ¡qué tierno todo! Cuánta ilusión por comenzar una vida en común y, sin embargo, cuántas veces nos alejamos de aquellos objetivos que nos guiaban para unir la vida a la otra persona.
Lo que era comprensión, complicidad e ilusión, se convierte en una rutina llena de reproches y rencores.
Sin darnos cuenta nos dejamos engullir por la rutina, por las responsabilidades y nos olvidamos de que esas responsabilidades que un día aceptamos como vehículo para unirnos a otra persona, se han convertido en la esencia de la relación y él “nosotros” ha pasado a ser un asunto fastidioso, fuente de malestar.
John Gottman diseñó un método de trabajo en los conflictos de pareja, que incide en los cuatro problemas fundamentales que existen en la relación. A ellos se refiere con el terrorífico nombre de “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”
Siguiendo el método Gottman, el objetivo en la terapia de pareja es ayudar a las personas a cambiar el conflicto verbal por formas más adaptadas de comunicación, fomentando la complicidad, la intimidad, el respeto y las muestras de afecto.
Igualmente se marcan aquellas actitudes para evitar el conflicto (sin que por ello desaparezca), o de mantener una actitud retadora, a la defensiva.
En definitiva, se busca cambiar el conflicto verbal por comunicación y tender puentes para que las conductas que van abriendo una brecha entre la pareja desaparezcan y vuelvan a “sintonizar”.
Es una trabajo en el que el terapeuta, a través de una escucha y observación de la interacción que se produce en la pareja, va marcando aquellos “jinetes” que van cabalgando directamente hacia la destrucción de la relación.
Se busca dotar a las personas herramientas de comunicación o de modificación de conducta para incrementar el intercambio positivo y volver a esa línea base en la que decidieron que merecía la pena construir un proyecto de vida en común.