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PSICOLOGÍA Y CÁNCER

mayo 5, 2025 CONSULTA PSICOLOGICA VILLAVERDE

El cáncer es el resultado de un crecimiento descontrolado de las células del organismo. Las células cancerígenas se dividen y crecen de forma incontrolada por la alteración en el mecanismo que inhibe la reproducción celular.

Además, son incapaces de autorregularse de forma adecuada de manera que la masa de tejido que forman no se parece a un tejido normal.

Los tumores benignos tienden a comprimir a los tejidos normales que les rodean, pero no crecen penetrando en su interior, mientras que las células de un tumor maligno penetran y se extienden por el interior de los tejidos sanos del organismo, pasando a través de la corriente sanguínea o de los canales linfáticos a otras áreas en donde se establecen nuevos tumores.

Hay cuatro tipos de tumores malignos, según el tipo de célula de la que se originó:

- Carcinomas: se forman a partir de células que recubren las superficies interiores y exteriores del organismo (piel, intestino, membrana del tracto respiratorio, urinario o gastrointestinal). Son el tipo de cáncer más frecuente

- Sarcomas: provienen de estructuras más profundas, como el cartílago de los huesos o los músculos

- Linfomas: se originan en el tejido linfático (cuello, ingle, axila)

- Leucemia: cáncer generado en el sistema sanguíneo.

CÓMO AFECTAN LOS FACTORES COMPORTAMENTALES AL CÁNCER

Hay dos vías complementarias por las que los factores comportamentales y psicosociales afectan al cáncer:

- Conductas específicas que pueden incrementar directamente el riesgo a padecer cáncer por la exposición a carcinógenos potenciales (tabaco, alcohol, dieta, exposiciones al sol, etc) y también alterar la supervivencia cuando hay una demora en acudir al médico o una falta de adherencia al tratamiento.

- Las variables emocionales, estrategias de afrontamiento y estrés, que afectan directamente a la progresión del cáncer.

CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS Y CÁNCER

Las características psicológicas juegan un papel muy importante en la aparición y curso del cáncer: tiende a presentarse en individuos apocados, no agresivos e incapaces de expresar adecuadamente sus emociones.

Las personas predispuestas al cáncer se han descrito a menudo como apaciguadoras, no asertivas, altamente cooperativas, defensivas y con una gran paciencia.

Se trata de personas con inhibición, represión y negación de las reacciones emocionales, especialmente inhibición de las expresiones de agresividad e ira, a este tipo de caracterización psicológica se le denominó personalidad tipo C (como patrón de conducta opuesto al tipo A, predispuesto a la enfermedad coronaria).

La otra característica psicológica asociada al tipo C es la dificultad para hacer frente de forma activa a las situaciones de estrés, vinculándose a sentimientos de indefensión, desesperanza y depresión.

CÁNCER Y SISTEMA INMUNE

El sistema inmune es un elemento crucial para el control del cáncer, ya que es capaz de identificar y destruir los agentes carcinógenos que invadan el organismo y pueden destruir los tejidos cancerosos antes de que aceleren su ritmo de reproducción celular.

La relación entre el sistema inmune y los procesos implicados en el cáncer obedecen a la teoría de la vigilancia inmunológica: las células neoplásicas que se forman regularmente en el organismo son eliminadas de éste a través de ciertos mecanismos inmunológicos que previenen el desarrollo de las células malignas mutantes.

El descenso en linfocitos T, macrófagos y células asesinas naturales (NK), especializados en destruir células tumorales, sería el factor de proliferación tumoral.

PREVENCIÓN DEL CANCER

Prevención primaria: Conductas dirigidas a evitar los factores que inducen al desarrollo del cáncer, mediante la modificación de estilos de vida:

1. dejar de fumar

2. beber alcohol con moderación

3. proteger la piel contra el sol

4. aumentar el consumo de legumbres y vegetales

5. comer alimentos con altos componentes de vitamina A

6. Seleccionar alimentos ricos en fibra

7. Ingerir alimentos ricos en vitamina C

8. Vigilar el peso y hacer ejercicio regularmente

9. Sustituir la grasa comiendo pescado

10. Disminuir el consumo de sal, alimentos ahumados o sazonados

Prevención secundaria: Prevención terciaria Se pretende detectar el cáncer en sus etapas iniciales (detección precoz) mediante los chequeos médicos

Prevención terciaria: Consiste en la aplicación de un tratamiento efectivo dirigido al problema de un cáncer ya diagnosticado

1. Conseguir que el paciente lleve a cabo la adherencia al tratamiento

2. Adiestrar a los enfermos en técnicas de afrontamiento psicológico

3. Adiestrar al personal sanitario en la mejora de la interacción con el enfermo

4. Colaboración en la resolución de problemas como diagnóstico

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FAMILIARES DE PACIENTES ONCOLÓGICOS: EL DOLOR EN LA SOMBRA

enero 5, 2024 CONSULTA PSICOLOGICA VILLAVERDE

Cuando a un familiar cercano le detectan un cáncer, se producen diferentes reacciones psicológicas. Por una parte tenemos la del paciente, pero pocas veces se presta la suficiente atención a la salud mental de sus familiares.

La familia directa se siente en la obligación de cuidar al paciente oncológico, de darle ánimos, acompañarle a sus citas médicas, procurar su bienestar y en definitiva, sacar fuerzas de la flaqueza para ayudar a la persona más débil en ese momento.

Sin embargo esa aparente fortaleza está llena de miedos e inseguridades, muchísimas veces sufridas en silencio, con la convicción que “no se tiene derecho a expresar el dolor cuando otra persona está pasando un cáncer”.

Los familiares tienen un miedo lógico a la pérdida del ser querido, sienten dolor por su sufrimiento. La enfermedad y su tratamiento se va haciendo visible en el enfermo, y sus familiares sienten impotencia, se agolpan los pensamientos negativos, las dudas, el miedo.

A veces se sienten aislados respecto a sus amistades, no quieren compartir lo que les está pasando por miedo a derrumbarse o a verbalizar su angustia.

En otras ocasiones se enfadan con el mundo, consideran injusta la situación y sienten rencor por aquellas personas que consideran que no se están preocupando de su situación, que no son lo suficientemente empáticos o que esperaban otra reacción más cercano (a este respecto tengo que decir que muchas personas se preocupan pero no llaman, porque no saben qué decir o cómo conducir la situación).

En cualquier caso es recomendable que las personas que tienen un familiar cercano con un proceso oncológico acudan a terapia. Los cuadros más habituales que presentan son:

  • Ansiedad

  • Depresión

  • Sentimientos de culpa

  • Dificultades de afrontamiento

  • Ira

  • Frustración

  • Dificultades para conciliar/mantener el sueño

  • Desesperanza

  • Pensamientos negativos

  • Aislamiento social

  • Sobrecarga emocional

  • Agotamiento mental

A veces “las cosas salen bien”, otras veces desgraciadamente salen mal. Trabajar las situaciones según va evolucionando la enfermedad es necesario en ambos casos.

No hay que olvidar que un paciente oncológico una vez recibida el alta, comienza otro camino y no siempre es de rosas.

Los efectos secundarios, neutropenia, miedo a la recidiva, alteraciones físicas, reducción de movilidad, pérdida de calidad de vida, depresión, ansiedad, etc. son comunes en una etapa post-cáncer, y la familia, muchas veces agotada, tiene que hacer frente a nuevos retos: es muy frecuente que el paciente oncológico sea “más llevadero” cuando estaba luchando con el cáncer.

Por ello también en esta etapa, la familia necesita un apoyo psicológico porque nadie puede “hacerse el fuerte” eternamente, y luchar contra las resistencias que pone un paciente que ha sufrido cáncer, produce sentimientos de impotencia, angustia, enfado y en algunos casos deriva hacia una ansiedad.

Desde aquí mi más profunda admiración hacia los auténticos luchadores en la enfermedad del cáncer: ellos deciden quedarse y luchar. Los pacientes, desgraciadamente no tienen esa elección.

Yo tuve la mejor atención del mundo: mis hijos, mi yerno, mi amiga, mis perros formaron mi círculo más próximo, los luchadores en la sombra que como una sociedad perfectamente organizada, estuvieron siempre a mi lado y me puedo imaginar lo mucho que sufrieron, pero de alguna extraña manera jamás viví en un ambiente de enfermedad.

En otro caso que conozco, con un triste final, la familia mostró un apoyo incondicional hacia la persona enferma.

Fueron una piña y a su marido/padre/hermano/cuñado/amigo le dieron tanto amor, tuvieron una actitud tan positiva que no me cabe duda que la fabulosa persona que era el centro de sus vidas, se fue con el corazón lleno de paz y de amor.

Algunos necesitaron terapia durante el proceso de la enfermedad, ahora lo siguen necesitando, pero no se han sentido “perdidos” durante un proceso tan doloroso.

Cuidaros para cuidar. Eso es lo que os pediría cualquier persona que estuviera enferma.

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En PSICOONCOLOGIA Etiquetas psicooncologia, ayuda familiares paciente oncológico, apoyo al cuidador, depresión
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DIA MUNDIAL DEL CÁNCER DE MAMA: LOS HÉROES SON LOS QUE NOS CUIDAN

octubre 19, 2023 CONSULTA PSICOLOGICA VILLAVERDE

Las mujeres que sufrimos un cáncer de mama somos consideradas unas valientes y unas luchadoras.

Lo de ser valientes no es en nuestro caso una opción, es lucha por la supervivencia, que llevamos con mayor fortuna dependiendo de muchísimos factores: nuestra fuerza interior, nuestra resiliencia, la convicción que poner de nuestra parte va a hacer más fácil el proceso.

La actitud positiva que siempre resta dramatismo a un hecho cruel pero cierto del que no podemos huir.

Sin embargo, en todo el proceso de un cáncer, el papel de las personas allegadas, las que se involucran en el padecimiento de la mujer, es duro y ante todo es OPCIONAL: quien se mantiene al lado de una enferma de cáncer tiene que hacer un sobre esfuerzo tanto en la asunción de tareas como en el área emocional.

Cuando recibes un diagnóstico demoledor, en el que la mujer sabe que emprende un camino lleno de sufrimiento físico, desgaste mental, dolor e incertidumbre, tu mundo personal y social se muestra nítido, sin trampa ni cartón.

Llegan los posicionamientos claros y las personas que se involucran en tu sufrimiento hasta extremos insospechados.

Creo que la persona que lo padece sufre muchísimo esta situación.

La quimio supone el sufrimiento físico y constante, las pruebas la incertidumbre y la ansiedad, los cambios físicos la necesidad de construir una nueva autoestima alejada de los cánones estéticos, y para muchas, los momentos malos la necesidad de pedir ayuda y de mostrarnos enfermas (para las que somos madres es muy complicado y doloroso este rol).

Nuestra familia o amigos no están enfermos, y sin embargo viven la enfermedad, tal vez de una forma más dura: pudiendo huir del sufrimiento y sin embargo eligiendo estar ahi.

Todas esas personas no tienen un cáncer, pero sufren la parte emocional del cáncer de una forma intensa y dolorosa, y para mi son los valientes, porque son los que eligen estar, los que eligen permanecer día y noche al lado del sufrimiento, los que realmente se secan las lágrimas para dar lo mejor de ellos mismos, a los que tan sólo unos pocos de sus amigos (aquellos que han pasado por situaciones similares) podrán ayudar y comprender.

Creo que la sociedad comprender a los enfermos de cáncer, y nos cuidan y nos protegen, pero considero que debemos ampliar urgentemente ese círculo solidario y asistencial, procurando, ofreciendo apoyo desde la misma red hospitalaria, a todos estos valientes silenciosos.

Para mí el sufrimiento opcional es el mayor de los sacrificios, y para mi, ellos son los héroes de esta triste historia, y los que nos dan fuerza para seguir adelante.

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PSICOCONCOLOGÍA: SOY PSICÓLOGA Y TUVE CÁNCER.

junio 20, 2021 CONSULTA PSICOLOGICA VILLAVERDE

Tal vez esta confesión suene demasiado intimista o para algunos agresiva. Estoy segura que para aquellos que han padecido o padecen un proceso oncológico, comprenderán perfectamente que no hay que poner siete lacitos monos a una frase que lo que busca es dejarnos de tonterías e ir directo al problema.

Hace muchos años ya que soy psicóloga, y algunos de los trastornos que trato como ansiedad, depresión, obsesiones, miedo los he vivido con esta enfermedad (y no: no los gestiono mejor por ser psicóloga, que cuando viene una cosa así no te aplicas casi nada).

A veces me aplico las cosas que sé, otras las mando a hacer puñetas y caigo un poquito en barrena hasta que reflexiono: una persona normal.

El hecho de conocer la teoría las “herramientas” (odio esta palabra con avaricia), yo le llamo sugerencias, abrir la mente, dar opciones, enseñar técnicas, etc, supone en muchos casos un mucho de estudio, un más de reflexión intentando dar vida a los “sujetos” de los que nos hablan los libros y un todo de la experiencia diaria.

En algunos casos, esa experiencia es vicaria, es a través de lo que otros pacientes han padecido y te enseñan algunas características que no están en los libros.

Pero hoy hablamos de cáncer. Al final os pongo un poema, es sobre amor, y el cáncer también es amor, o más bien, de una época en la que temes perder todo el amor, simplemente desaparecer.

He tardado tres años en poder escribir sobre esto, a pesar de tener completamente normalizada mi situación, pero sentirme preparada para decir: ven, yo te entiendo, yo puedo anticipar tus miedos y enfados, tus negaciones, las tiradas de toalla, la debilidad, la apatía, la culpabilidad, eso…. se tarda un poco en digerir.

La vida me trajo este “regalito” en la forma que a mi me vienen las cosas, un poco a lo bestia, in extremis.

Si hay que tener un tumor que sea bien grande, el suspense hasta el final! y el spoiler está servido, aquí estoy, escribiendo y dispuesta a poner mi parte técnica de psicóloga y mi parte humana de sobreviviente de cáncer para ayudar a otros.

Mi objetivo no es sólo tratar a personas que padecen un cáncer. En este punto hay que trabajar las emociones: la negación, la rabia, la frustración, el miedo, la incertidumbre, el desconsuelo, la desesperanza, la pérdida (esperemos que momentánea) de todo aquello que nos hacía ser personas felices, autónomas…sanas.

Hay que trabajar los miedos antes de las pruebas, la espera de resultados, los miedos en las revisiones, el querer parar, el querer dejar el tratamiento por agotamiento…

También aparece el sentimiento de culpa, que yo no acepto ni en los fumadores con cáncer de pulmón: desde el minuto que hay un fumador sin cáncer, la culpa no es de la persona, que ha podido tener más papeletas, pero las células malignas anidan hasta en el pulmón más sano.

Hay que trabajar emociones, conductas, ayudar en los miedos, atender el pánico, saber que un enfermo oncológico no tiene una hora de visita semanal, tiene un terapeuta a su lado, hombro con hombro, y si es a las tres de la mañana cuando entra el terror, pues a las tres de la mañana. El pánico no tiene horarios.

He visto tanto, y he experimentado tanto, que se abrió un mundo delante. Igual pensáis que un mundo horrible, a nivel personal. No tanto, conseguí un manejo de la situación bastante óptimo (risoterapia, desdramatizar, mucha respiración abdominal, muchas autoinstrucciones positivas).

Para el resto de los días, todo el trabajo personal fundamentado en la Psicología, en el manejo de emociones y conductas me ayudaron en este proceso.

El enfermo oncológico necesita ayuda, personas o un terapeuta que se anticipe a los problemas (como el manejo de efectos secundarios, y poder hablar en un espacio seguro de sus miedos.

Un espacio seguro no es tan fácil de conseguir: en mi caso no fue mi familia, en concreto mis hijos, porque me sentía culpable de “lo que les estaba haciendo”.

Mis miedos los dejaba para mi mejor amiga, psicóloga también, pero que llegó a contagiarse emocionalmente de tal forma que años después me confesó que durante mi cáncer de pecho a ella le dolía el pecho izquierdo constantemente.

Aprendí de ellos, de mis “compañeros” de quimio, de mis “compañeros” de radio, de mis “compañeras” de gimnasia oncológica. Algunos ya no están, pero me dejaron sus lecciones.

A mi desde el diagnóstico, que era una bola negra king size, hasta el comienzo del tratamiento, me supuso un shock de 4 días en los que me aislé (y mejor, porque sólo decía tonterías sin sentido).

Necesité ese tiempo para recolocarme, me hice un duelo express, y pasé a la aceptación y compromiso (técnicas psicológicas), y me di cuenta que en un proceso oncológico te puedes repasar todas las emociones y conductas alteradas, y que para cada una hay una forma de abordarlas y minimizarlas.

Pero no sólo hay que tratar al paciente oncológico: los seres más allegados, los soldados de infantería, necesitan ayuda.

Sufren, también se sienten culpables, soportan nuestras bajadas a los infiernos, se preocupan cuando estamos especialmente débiles, cuando nos dan un mal resultado, cuando nos negamos a seguir el tratamiento, cuando decidimos que queremos morirnos porque no podemos más, lo malos humores, las exigencia.

Algunos resultan muy heridos por esta situación: ellos TIENEN que ser valientes porque no tienen un cáncer. Pero, ¿cómo ser valiente si tu ser querido está herido de muerte?

Aparece la depresión, la ansiedad (ésta la ponemos en mayúscula), el aislamiento social, algunos rencores por aquellos que “no estuvieron a la altura”, y especialmente, el cansancio de poner buena cara con la que está cayendo.

Os cuento todo esto para deciros: Tres años después de mi remisión del cáncer, me siento preparada para hacer un hueco preferencial a estos pacientes, que necesitan tanto y que sólo estando absolutamente preparada puedo afrontar con mi experiencia como terapeuta y como paciente.

Os dejo el poema prometido, os avisé: habla de amor, pero para mi el amor a la vida es el mayor de los amores.

Si necesitas mi mano: yo tengo dos.

“Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe”.

Lope de Vega

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SOY TERAPEUTA, Y TENGO CÁNCER

julio 11, 2018 CONSULTA PSICOLOGICA VILLAVERDE

Siempre me ha gustado escribir sobre las cosas que les preocupan a mis pacientes.

Las circunstancias han cambiado, y ahora mismo toca escribir sobre otras cosas, no sobre casos clínicos o trastornos de otros pacientes, sobre algo tan personal como es el momento inicial en el que te dicen "tienes un cáncer". 

No sé si con lo que os voy a contar puedo ayudar a otras personas que estén pasando ahora por lo mismo, pero intentaré explicar cómo una persona de repente ve su vida vuelta del revés y se enfrenta a la situación más dura entre todas las decisiones: cómo afrontar una enfermedad.

Hace apenas un mes me noté un bulto en el pecho (aquello no necesitó una autoexploración, era un bulto muy grande).

Esa misma tarde fui al médico de cabecera, que me conoce de toda la vida y sabe que suelo ir "con algo colgando" y casi no me siento porque voy con prisas y simplemente con una palpación me dijo: esto tiene muy mala pinta.

En una semana ya me habían llamado para hacerme una mamografía, a los dos días una biopsia, y en pocos días más tenía al médico sacando la bolita negra: cáncer de pecho.

He oído a muchísima gente que ha tenido muy mala suerte en el tiempo de diagnóstico, yo personalmente sólo puedo agradecer al Departamento de Cáncer de Mama de la Fundación Jiménez Diaz la eficacia, cariño y profesionalidad con la que me atendieron. Me traté con la Seguridad Social, dato importante.

Los peores días fueron los de las pruebas. Yo no era muy consciente de la situación y realmente me fastidiaba tener que ir a hacerme tanta prueba y cambiar a mis pacientes las fechas y trastocar mi mundo.

En realidad supe que era cáncer antes de ir a ver al cirujano (la sanidad pública a veces funciona, y en la aplicación del hospital podía ver los resultados de las pruebas y los informes casi de un día para otro).

En mi familia no hay antecedentes de cáncer, y lo primero que sentí fue culpa, pensando que a partir de ahora a la famosa pregunta de los médicos: ¿antecedentes de cáncer? mi hija, mis sobrinas dirían: sí. No sé por que fue el primer sentimiento: la culpa.

Después pensé en mi familia, en mi madre ya muy mayor y en mis dos hijos (y sí, en mis perros, el pequeño un cachorro de 3 meses) y volvió la culpa por fallarles, por preocuparles, por disgustarles.

Una vez que supe exactamente lo que tenía: cáncer de pecho localizado y sin metástasis, me pasé tres días sin querer hablar con nadie, sólo podía trabajar con normalidad y luego dormir para no afrontar el problema.

No quería pensar en las consecuencias y no quería hablar de ello. Llegué a pedir a la gente que lo supo por cercanía que no me nombraran el tema.

Cuando fui a ver al cirujano y me explicó con claridad lo que tenía y los pasos a seguir me sentí profundamente liberada de una carga: ellos se iban a ocupar de mi, esta vez yo no tenía que buscar las soluciones, y simplemente escuché los pasos:

quimioterapia /mastectomía radical/ radioterapia

Perfecto, había un plan de ruta y sólo me quedaba seguirlo.

En esa misma entrevista con el cirujano estuve bromeando sobre perder un pecho o perder el pelo, porque personalmente no lo considero cosas importantes. No son vitales, y además, decidí que ellos cuidarían mi cuerpo y yo cuidaría mi mente.

EL AFRONTAMIENTO DEL DIAGNÓSTICO DE CÁNCER

Tener miedo es normal: lo desconocido da miedo, el dolor da miedo, pero el miedo si no se reestructura te vence y se convierte en pánico, y hay situaciones en la vida en las que nadie te va a poder ayudar más que tu actitud.

He decidido establecer una hoja de ruta en 3 pasos:

1. quimio

2. operación

3. radioterapia

Estoy en el primer paso, y sinceramente los otros dos no me preocupan, ni siquiera nadie me puede garantizar que mañana no me caiga un tiesto en la cabeza y no haya valido la pena planificar a medio ni largo plazo.

Me he informado (lo justo, para no caer en hipocondrias) sobre los efectos secundarios. Ya sé, el pelo, que se cae. Pero soy bastante tozuda y he decidido que antes de que esto suceda me lo corto y voy acostumbrándome a mi nuevo aspecto.

No pienso usar pelucas, que deben picar un montón, prefiero un pañuelo y andando, yo no tengo nada que ocultar. Además como tengo el pelo muy largo voy a tener la oportunidad de donarlo, y eso hace que me parece que de lo malo sale algo bueno.

Llegó la quimio y con ella mis primeras lecciones. Una sala llena de personas que con enorme naturalidad reciben su tratamiento y siguen con su vida, sin dramas, sin compasiones, sin mirar al otro con pena, sino más bien como compañeros de viaje.

La quimio en sí es algo muy personal: a algunos les sienta fatal y a otros no tan mal. En mi caso no sabría definirlo, son molestias que curan y hay que pasarlas, no merece la pena pensar mucho en ello.

Cuando te encuentras peor piensas en alguna gripe rastrera que has pasado en la vida y dices: "aquella vez si que estaba hecha polvo, no me vale excusarme en la quimio para regodearme en los efectos".

Y los efectos de la quimio son como los niños caprichosos, dan un poco la lata, y si no les haces mucho caso siguen ahí, pero no te molestan tanto.

No merece la pena regodearse en la jugada de unas llagas o de una náuseas. Es simplemente como tener un montón de cosas que has tenido en la vida a la vez, pero que sabes que los efectos pasarán (los efectos secundarios no, pero es un peaje que pagar).

Yo todavía no estoy perdiendo el poco pelo que me dejé después de raparme y estoy a la expectativa de si al pelo de la cabeza se va a acompañar perder el pelo de las piernas, porque en caso contrario me sentiré algo estafada, la verdad.

Ahora siento rabia, porque no puedo pasear a los perros o hacer algunas cosas por el catéter ese que te implantan en el esternón para meter la medicación y que hasta que no pase un poco de tiempo me tiene limitado hacer esfuerzos o deportes, pero son unos días y luego pasará a ser parte de mi y ni me acordaré.

Estoy en una fase muy inicial del tratamiento, en la que el mayor estrés ha sido intentar llevar una alimentación más sana.

Soy fumadora y lo voy a dejar en el segundo ciclo de quimio. Es así como me lo he programado: el primer ciclo es más estresante por todo lo nuevo que no conoces, y no quería meter factores añadidos que pudieran desestabilizarme. Prefiero prepararme para cada paso que doy y pisar segura. 

LA FAMILIA Y LA NOTICIA DE UN CÁNCER

Es un momento duro cuando tienes que dar un disgusto así a la familia. En mi caso me preocupa muchísimo mi madre, que es mayor (87 años y sigue siendo guapa la muy de ella).

Yo no puedo ayudarla, y de hecho, no ayudo mucho porque está empeñada en que "es imposible que siempre esté de buen humor", piensa que miento o que intento protegerla.

Así que hablé con la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) y visitará a un psicólogo de la Asociación para que desdramatice la situación y acepte que este es un momento para venirse arriba y no abajo.

Mis hijos no han sido ningún problema. Están sin agobiarme, preferimos compartir el tiempo riéndonos (tenemos un pequeño problema con el humor negro) y disfrutando de situaciones agradables. En este sentido la moral de las tropas está muy alta.

Y los amigos, de aquellos que se dice que en momentos malos "conoces a tus verdaderos amigos", debí hacer una criba tan salvaje en el pasado, que ni uno sólo ha dejado de estar ahí, que para mi estar no es agobiar, es simplemente estar.

Por lo demás, me siento arropada pero no agobiada, sigo haciendo mi vida y sonriendo, como siempre hago. Estoy satisfecha conmigo misma porque he conseguido dar con la clave para tener una actitud muy positiva respecto a esta enfermedad.

En aquellos tres días en los que me encerré en mi misma conseguí vencer todos mis fantasmas, mis demonios, mis miedos. 

¿Y QUÉ PASARÁ?

Recuerdo una viñeta preciosa de Charly y Snoopy abrazados de espaldas en la que Charly decía: "Snoopy, algún día nos moriremos", y Snoopy contestaba: "Sí, algún día pero hoy no". 

El corto plazo es fundamental para vencer el miedo. La ansiedad (y aquí me pongo un poco psicóloga) tiene su raíz en la falta de control. Y ante cualquier enfermedad no podemos estar completamente seguros de lo que va a ocurrir.

Los pensamientos catastrofistas no ayudan en absoluto (y encima ninguno tenemos certezas de nada, nunca).

Así que lo mejor es vivir el día a día, "que cada día tenga su afán", intentar que merezca la pena, disfrutar de pequeñas cosas o simplemente descansar, el siguiente escalón no ha llegado, no podemos preocuparnos de cómo será.

Sólo justo antes de su inicio es el momento de pensar en él y planificar cómo lo acometemos: en el pasado está la depresión, en el futuro la ansiedad. Focaliza en el presente.

¿Y QUÉ ACTITUD TOMAR?

Preguntad lo que os inquiete: la incertidumbre suele conducir a malos pensamientos

No penséis en futuro a largo plazo (no porque sea un cáncer, es que si montáis en coche va a ser un poco más de lo mismo)

Pensar que el pronóstico en este tipo de enfermedades es muchísimo más benigno en personas que tienen un afrontamiento positivo de la enfermedad, pero aquí quiero hacer un inciso: hay personas que han afrontado la enfermedad de una manera espectacular, pero la dolencia era demasiado grave para superarla.

Anima a los tuyos: tu estás en tu piel, pero tu gente puede estar muy preocupada. No dejes de decirles los buenos momentos que tengas, las cosas que has hecho durante el día, las ganas que tienes de dar un paseo .... tus ganas de vivir son lo que más les puede ayudar.

Y normaliza, por favor, normaliza: hoy en día tener un cáncer es una putada, admitido, pero excepto en casos muy agresivos, cada vez es más alto el porcentaje de curaciones.

La calidad de vida es muy buena y los servicios sanitarios suelen tener en este tipo de especialidades una calidad humana excepcional.

Haz que la vitalidad salga de ti a raudales, regala una sonrisa a aquel que se muestra preocupado, no hagas de esta enfermedad una burbuja en la que introducirte y lleva con naturalidad un proceso que suele ser largo.

Si toca llorar pues se llora (a ver si sólo lloramos por un cáncer y no por 700 cosas como un mal día, un desengaño, un incremento de peso o un disgusto familiar). 

Evita el estrés, es el momento en el que tienes que mostrarte inflexible en este punto: lo que no suma, fuera. No puedes permitirte situaciones de estrés, ni aceptes la compañia de personas que te bajen la moral. 

No aceptes la pena, porque eres una persona fuerte, valiente, digna, y vas a luchar en cada momento con las fuerzas que te queden.

No te regodees en las molestias físicas: se agudizarán si estás pendiente de ellas.

Que cada día bueno se convierta en una fiesta, y cada día malo en un alto para coger fuerzas

Relativiza todo eso: antes disfrutar de todo y de todos.

Vive el día a día, confia en las muchísimas personas que velan por ti, y, hasta en los peores momentos, que te acompañe una sonrisa, porque esa sonrisa unida a otras sonrisas son las que en el futuro conseguirán que la gente no se sienta aterrada ante un diagnóstico que hoy en dia resulta aterrador.

No sé si mi experiencia os puede resultar de ayuda. Tan sólo intento mostrar cómo he aplicado lo que llevo trabajando muchos años: el afrontamiento positivo y los beneficios sobre el estado de salud percibido. A mi me sirve, espero que a alguien también.

No son horas de escribir, creo. He conseguido que mi pequeño cachorrito saque otra vez todos los peluches al salón, como si ya fuera de día, así que: momento de recoger juguetes y pensar que al fin, después de meses sin escribir en mi página, he vuelto a tomar un hábito que tenia perdido en mi mundo de prioridades raras.

Prometo no tocar mucho más este tema. Tan sòlo cuando vaya pasando las etapas y tenga alguna noticia tranquilizadora o simplemente vayan sucediéndo cosas que necesiten una reorganización mental.

Por el momento mi próximo objetivo es darme el mimo de comprarme algún pañuelo bonito.

Y que a un día le suceda el siguiente, y como cada día, tenga algo que haga ese día bueno y especial. Espero de corazón, haberos dado un rayo de esperanza.

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