MALTRATO PSICOLÓGICO es aquella situación en la que se producen de forma reiterada insultos, vejaciones, anulación de la persona hasta convertirla en alguien incapaz de dar una respuesta coherente a una situación que justifica desde su propio sentimiento de culpabilidad, y en la que se produce una situación de INDEFENSIÓN APRENDIDA.
Diferenciaremos primero lo que es maltrato físico, en el que obviamente, ocurre una agresión y que puede tener diferentes grados y siempre un mal pronóstico.
El maltrato psicológico tiene unos límites borrosos en la percepción de quien lo sufre, que puede considerar que su pareja “tiene mucho carácter” y normalizar la situación: peleas mutuas en los que ambos pierden completamente los papeles por dificultades en la comunicación de pareja, hasta situaciones de ningunear, despreciar, hacer sentir inferior, herir, ridiculizar, “hacer luz de gas”, ignorar o faltar al respeto a la otra persona. Ninguna conducta de menosprecio debe ser normalizada.
Debería comenzar muchísimo antes a cambiar la base del concepto de maltrato, una educación real en valores que enseñe a los niños a identificar la diferencia entre diálogo y discusión, las repercusiones de ambas formas de comunicación y lo estéril que resulta una discusión como arma de persuasión o posibilidad de consensuar situaciones entre la pareja.
Sin embargo, los crecientes casos de bullying que se están dando en colegios e institutos, no hace presagiar nada bueno respecto a la posibilidad de que las generaciones futuras sean más respetuosas.
Sería injusto obviar el hecho que el maltrato psicológico no es sólo cosa de hombres. De la misma manera que en los casos de maltrato físico existe una clarísima tendencia a que sea el hombre el que ejerce violencia.
En el caso del maltrato psicológico las mujeres en ocasiones pueden ejercer una presión desmedida contra el hombre con humillaciones respecto a su profesión, sospechas infundadas, exigencias, insultos o utilización de las relaciones sexuales como forma de castigo.
Resulta obvio que la situación de maltrato psicológico es asimétrica en cuanto a su comprensión por parte de la sociedad.
Actualmente la vulneración de los derechos de la mujer es un hecho perseguido y rechazado por la sociedad, mientras que cuando el hombre está siendo sometido a maltrato psicológico, evita hablar sobre ello por miedo a la incomprensión del sistema, y el miedo a ser tachado de “calzonazos”.
La realidad cotidiana habla de muchas situaciones de maltrato psicológico previo en el ámbito de la pareja, algo que puede llevar a situaciones de sistemas de relación “enfermos” en los que los hijos crecen viendo las sistemáticas faltas de respeto por parte de ambos progenitores.
El maltrato psicológico puede tener importantes repercusiones en la persona maltratada: baja autoestima, sentimientos de inferioridad, miedo a hacer/decir, aislamiento social, pérdida de interés por el entorno y finalmente depresión.
El maltrato psicológico debe ser perseguido, y aquellas personas que son víctimas de este tipo de situación deben ponerle fin.
Pero tengamos en cuenta que muchas veces somos las personas cercanas las que detectamos situaciones de maltrato psicológico que la propia víctima no ha identificado o ha normalizado no siendo plenamente de cómo va minando su vida, la estructura de su personalidad, su autoconcepto.