La obsesión ante la pérdida de una relación es una experiencia devastadora para el ser humano.
Es un estado de incapacidad de ser racional en lo que se piensa, se siente y lo que se ha vivido, que la persona, a pesar de comprender lo ilógico de sus sentimientos, no puede dejar de vivir pensando en la persona, anhelándola, buscando formas de solución y en muchos casos dedicando muchísimo tiempo a "perseguirla" y "espiarla".
Las personas relatan la focalizan absoluta de toda su vida y pensamientos en esa persona.
Son capaces de recordar las situaciones que les han llevado a la situación de ruptura, si ha habido infidelidades están dispuestos a olvidarlas (algo que lo piensan pero que en realidad, si recuperaran a la persona, sería el principal punto de inicio del nuevo proceso de ruptura).
Normalmente estas personas se encuentran aisladas de su entorno, que comienzan siendo comprensivos con su situación y acaban por exponerle la cruda realidad de lo enfermizo de la situación.
Cuando una pérdida sentimental se convierte en obsesión tiene que ser objeto de ayuda psicológica intensa, y en los momentos iniciales muy complicada por las propias barreras que pone la persona que se resiste a pensar en iniciar una vida en la que la persona perdida sea el núcleo de sus sentimientos y acciones.
El tratamiento pasa lógicamente por una búsqueda de actividades que puedan desconectar a la persona de ese pensamiento obsesivo, al principio no lo consiguen, y se requerirá paciencia y constancia para que vayan viendo como "poco a poco" ese cien por cien de tiempo dedicado a pensar, vigilar y hablar sobre la persona perdida se va reduciendo.
Las amistades tienen un papel fundamental de apoyo para la persona, y deben evitar, activamente, hablar sobre este problema: la escucha empática, tan sanadora en los momentos iniciales, se puede volver una forma de retroalimentación para la persona respecto a sus pensamientos obsesivos.
Actividad, ocio alternativo, deporte si es posible y una terapia psicológica que ayude a la persona a que comprenda la realidad de la situación de pérdida son las formas adecuadas de tratamiento del problema.
Entendiendo siempre que el psicólogo no va a convencer en absoluto a la persona de lo inadecuado de sus pensamientos o de las pocas posibilidades que tiene de recuperar una relación cuando está definitivamente acabada.
La tarea del psicólogo en estos casos es la reestructuración cognitiva del propio paciente que es quien debe ir modificando sus pensamientos, buscando vías alternativas y siendo él mismo capaz de comprender que la obsesión por una persona deseada cuando es inaccesible, sólo produce sufrimiento, hace que no seamos conscientes de la realidad que nos llevó a esta situación, idealizando los buenos momentos y olvidando el dolor anterior y siendo incapaces de comprender que somos nosotros mismos los que trazamos nuestro futuro, los que tenemos la capacidad de superar las situaciones dolorosas (recordando lo bueno y lo malo) y haciendo un pronóstico real de "a qué nos llevaría esa situación si volviéramos a recuperar lo perdido".
Difícil, muy difícil, es una situación tremendamente dolorosa para el paciente. Pero como parte positiva, la superación de la obsesión genera un sentimiento de fuerza interior en el individuo, un incremento de la autoestima y una nueva ilusión por vivir que de poder experimentarla, sólo por unos segundos al inicio del proceso, les "daría alas" en su proceso de curación.