Los síntomas clínicos que produce el acoso en la víctima, discurren a través de diferentes estadios:
1. Estadio de autoafirmación: La víctima comienza a percibir un conflicto o trato despectivo, pero considera que tiene razón y que se trata de un malentendido.
2. Estadio de desconcierto: La víctima empieza a percibir levemente que está sufriendo acoso moral, aunque le resultaría difícil probarlo.
Cuando la "estigmatización" se va haciendo más generalizada, la víctima se desconcierta, empezando a creer que tal vez sea culpable.
En muchas ocasiones la confusión es tal que no es capaz de reaccionar y sólo intenta comprender y justificar, se siente culpable y sola.
Generalmente los allegados se mantienen al margen y la víctima duda de sus propias percepciones sospechando que tal vez esté exagerando
3. Estadio de indefensión: En esta fase la víctima suele esforzarse por agradar, redoblando sus esfuerzos en el trabajo o asumiendo deberes que no le corresponden, sin obtener ningún beneficio ni mejora en su consideración, lo que le produce un sentimiento de impotencia e indefensión que puede acabar en un estado depresivo.
Cuando el acoso es reciente los síntomas son: cansancio, nerviosismo, problemas de sueño, migrañas, problemas digestivos u otros trastornos psicosomáticos
4. Estadio traumático o de estrés-ansiedad: Si el acoso persiste, la víctima suele presentar un estado de ansiedad generalizada.
En este punto el sujeto se convierte en una persona vulnerable, dándose con frecuencia conductas impulsivas y pérdida de control, lo que hace más probable que cometa errores, pudiendo ser etiquetado como una persona de carácter difícil.
En este momento la víctima puede reaccionar de dos maneras diferentes: adoptando una actitud negligente o rebelarse con la idea de marcharse
5. Estadio de estabilización crónica: Es probable que tanto si acepta la dominación como si se marcha y no encuentra un nuevo empleo, persista el sentimiento de desvalorización y baja autoestima, pudiendo establecerse un estado depresivo mayor.
Aunque para algunas víctimas el alejamiento físico del acosador constituye una liberación, frecuentemente hay secuelas físicas como hipertensión arterial y úlcera gastroduodenal y psíquicas: depresión, ansiedad generalizada, estrés postraumático, trastornos del comportamiento alimentario o dependencia a sustancias.