Para algunas personas la Psicología, el trabajo del psicólogo es un mundo un poco desconocido, y se pueden tener ciertas ideas preconcebidas, algunas positivas y otras negativas sobre nuestro trabajo.
Es normal tener un cierto nerviosismo "la primera vez", en cualquier caso es evidente que quien va al psicólogo es porque tiene algún problema, y contárselo a un perfecto desconocido puede producir cierto apuro. Nos hacemos cargo, es completamente normal. Sin embargo, y como premisa fundamental hay que tener en cuenta que el psicólogo se interesa por tu problema y te puede hacer preguntas tal vez muy personales, pero cada una de ellas está en relación con tu problema. Todo lo que te pregunta es para recopilar información que le sirva para formular una hipótesis y orientar el tratamiento.
Puedes estar tranquilo, los psicólogos NO JUZGAN a las personas, y tampoco SE ESCANDALIZAN por situaciones o problemas que puedas considerar incómodas. Trabajamos duro, incluso antes de terminar la carrera, para familiarizarnos con los diferentes tipos de pacientes y los problemas, hasta los más "delicados" para nosotros no lo son tanto, en el sentido de que lo que buscamos es un tratamiento efectivo: comprendemos las reacciones emocionales e intentamos darle una respuesta adecuada.
Una cuestión fundamental es diferenciar entre la ESCUCHA EMPÁTICA y el CONTAGIO EMOCIONAL. Un psicólogo comprende tu dolor, pero no sufre tu dolor. Es la diferencia entre poder ponerse en el lugar del otro y empatizar con sus sentimientos y sufrir los problemas del otro. En caso de que un psicólogo haga suyos los problemas de un paciente, tiene que derivarle inmediatamente, ya que la objetividad es fundamental en nuestro trabajo, y esto se pierde si existe contagio emocional.
En consonancia con esto, algunos pacientes (muchos) suelen preguntarnos: ¿cómo podéis estar escuchando problemas todos los días y no veniros abajo? Porque nuestro trabajo es más análisis de problemas y situaciones, entendiendo la emoción como parte del proceso, pero obviamente no experimentamos TOC, depresión, ansiedad, problemas de autoestima o una disfunción sexual por día.
Obviamente el trabajo del psicólogo con cada paciente tiene la parte visible: la hora de consulta y la parte que el paciente no ve: el estudio del caso, la reflexión, la búsqueda del tratamiento más efectivo en cada caso. Eso ciertamente a veces nos puede llegar a preocupar más allá de las horas de trabajo "visibles" e "invisibles", como cualquier profesional que se encuentra con un problema con una solución más complicada.
Otra cosa que suelen decir los pacientes es "ya sé que mi problema es una tontería con los problemas tan grandes que tienen las personas”. En realidad la magnitud del problema para nosotros no depende de la gravedad en si, sino del sufrimiento que le está causando a la persona. No valoramos los problemas como "gravísimos o tonterías". Valoramos la ecuación: persona con un problema que le produce un sufrimiento y hay que ayudarle a solucionar.
Los psicólogos solemos ser personas cercanas, tal vez porque es una profesión muy vocacional, y en la que todos entramos "para salvar almas" y terminamos la carrera sabiendo que tan sólo somos un vehículo para que el paciente consiga su propia mejoría: vamos aterrizando en el mundo y quitándonos todos los clichés hasta convertirnos en unos fontaneros de las emociones. Ese punto, cuando alcanzas esa humildad de saber que tienes un trabajo delicado, pero que todo está en manos del paciente, es cuando alcanzas la humanidad para empezar a consolidar los conocimientos científicos con el conocimiento de la persona en su mundo emocional.
Y estudiamos, mucho. Somos muy ratoncitos de biblioteca. La Psicología es una Ciencia en permanente cambio y hay que estar al día de los tratamientos más efectivos, por otra parte, es tan amplio el mundo de los problemas psicológicos que a veces necesitamos buscar información sobre temas que son especialmente complicados o poco habituales.
Y nos gusta la gente, claro, pero también sabemos que hay momentos que nos tenemos que poner un poco más serios. Tu psicólogo no es "tu colega", ni tu consejero 24 horas al día, y a veces tenemos que dejar claro la diferencia entre psicólogo y paciente, que están al mismo nivel, pero en diferente plano: uno va a solucionar un problema y otro está para solucionarlo, buscando una relación cómoda y cordial y de plena confianza, pero evitando algunas situaciones (como el paciente demandante que te llama 4 veces en una semana, que te cambia las citas 37 veces o que después de no haber hecho absolutamente nada de lo recomendado para realizar durante la semana te exige "herramientas".
Así que si vas a ir por primera vez al psicólogo, piensa que estás con alguien que se va a preocupar sinceramente por tus problemas con el objetivo de solucionarlos, que comprende tu llanto, pero no le incomoda,, sólo siente que sufras, no juzga lo que tu mismo te juzgas y lo más probable es que si le digas "igual esto le escandaliza" te mire enarcando a ceja. Somos bastante difíciles de escandalizar (para eso están las prácticas supervisadas de los primeros años de profesión).
Acude sin miedo. No estigmatices esta profesión: nosotros mismos debemos hacer terapia cada cierto tiempo para tomar oxígeno, para que nos cuiden como nosotros cuidamos, y es bueno que así sea.
Por cierto: fuera de la consulta ni leemos mentes ni "psicoanalizamos" a las personas: sufrimos, metemos la pata y tenemos problemas al más puro estilo "en casa de herrero cuchillo de palo", y eso nos hace más humanos y nos enriquece vitalmente. Yo personalmente considero que como personas que somos, es normal que pasemos por baches y situaciones que nos hacen comprender mucho más la parte emocional de los problemas de los pacientes.
Y...que tengáis buen lunes. Elegid bien la banda sonora de esta semana, que la música ejerce una gran influencia sobre el estado de ánimo.