DIVORCIO CON NIÑOS



La ruptura supone un cúmulo de emociones muchas veces negativas.

Una ruptura en la que no hay intereses comunes es dolorosa, pero a fin de cuentas sólo tenemos que lidiar con una mudanza y un volver a comenzar.

Otra cosa bien diferente es cuando hay hijos por medio (ya cuando se tiene una mascota suele haber problemas, así que para qué queremos más).

A veces los niños se utilizan en un proceso de divorcio como forma de dañar a la otra parte. El resentimiento hace que no queramos compartir nada, y en el nada pueden llegar a entrar los niños.

Como haya habido una infidelidad, apaga y vámonos. En esos casos la víctima de la infidelidad considera que el otro progenitor no es bueno y que no debe tener acceso a la custodia. Nos olvidamos que puedes tener una relación de pareja desastrosa (y nunca es responsabilidad de uno solo) pero eso no impide ser buen progenitor.

Los niños no se divorcian, se divorcian sus padres. Si queremos a nuestros hijos debemos respetarles, no debemos privarles de uno de sus progenitores porque ellos no se han quedado huérfanos.

No podemos educar a un niño en el amor y respeto a su padre/madre y de golpe y porrazo hablarles mal, destrozar la imagen que tienen de ellos como forma de venganza. Dejemos que los niños se hagan adultos y tomen ellos mismos su decisión respecto a la relación que quieren tener con cada progenitor.

El favor filii significa en el ámbito jurídico el interés superior del menor, y ese interés es tener una relación de confianza, protección, amor, tranquilidad con ambos progenitores.

Existe una forma de maltrato hacia los menores que es la violencia vicaria: poner en contra del niño al otro progenitor con críticas continuas hasta lavar literalmente el cerebro del niño. Suena tan fuerte como real.

Exceptuando aquellos casos en que ha existido maltrato o existe alguna patología mental o adicción, los niños deberían poder disfrutar de sus padres absolutamente ajenos a los problemas que hayan existido entre ellos. A veces la lengua necesita puntos de tanto mordérsela, pero por ellos si podemos hacer muchas cosas, evitarles las consecuencias psicológicas de un mal divorcio, habremos hecho un ejercicio de amor, de responsabilidad y de madurez.

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