Es frecuente que las parejas tras la etapa de enamoramiento ciego en el que todo nos parece absolutamente maravilloso, uno de ellos empiece a expresar su crítica hacia alguien del entorno del otro.
Pueden ser los “amigotes” o las “amiguitas”, hermanos de la pareja o especialmente los padres.
Una crítica puntual sobre algo que nos ha sentado mal no tiene por qué ser perjudicial, en ocasiones nuestro entorno hace algo que no nos gusta y podemos expresarlo a nuestra pareja de una forma asertiva.
¿Y cómo sería una forma asertiva? hablando de lo que nos ha molestado desde el yo, de cómo nos hemos sentido ante determinada acción. No es necesario (ni adecuado) atribuir malas intenciones, sólo expresar nuestro disgusto.
Esta forma asertiva permite a nuestra pareja posicionarnos desde la comprensión y en ocasiones hablar con aquella persona que nos ha incomodado para aclarar su posición (a nuestro lado), o justificar la acción de la persona desde un punto de vista que no es dañarnos, que puede deberse a otras circunstancias.
Otras veces nos encontramos con personas del entorno de nuestra pareja que son explícitamente hostiles y nos hacen sentir mal, si tras hablarlo con nuestra pareja la situación no cambia, lo mejor es decidir no interactuar con la persona para proteger nuestro bienestar.
Un ejemplo sería (sí, el típico), la suegra que nos hace la vida imposible y constantemente nos infravalora, porque su hijo/a es perfecto y nosotros no estamos a la altura.
Puede ser que tras el intento de nuestra pareja de hacer entrar en razón a su progenitor/a no consiga absolutamente nada, por diferentes circunstancias.
Las más comunes en Consulta son una suegra viuda que teme perder el cariño de su hijo/a y presiona para ser el centro de la vida familiar, personas directamente amargadas a las que nada les parece bien, fallos en la comunicación que se ha ido forjando entre las dos partes en conflicto y que se van enconando con el tiempo.
Cuando no conseguimos, tras hablar con nuestra pareja que “pare los pies” a la persona que nos está atacando, tenemos que pararnos a pensar poniéndonos por un momento en los zapatos del otro.
Es una cuestión que hemos experimentado cien veces: nosotros podemos quejarnos de algo que han hecho nuestros padres, amigos, hermanos y nos desahogamos con nuestra pareja. Buscamos su apoyo, en realidad no queremos que eche leña al fuego.
Sin embargo, igual que nosotros podemos criticar a alguien de nuestro entorno, normalmente, si alguien (pareja, amigos, familiares) critican a a alguien de nuestra esfera personal, automáticamente nos ponemos a la defensiva.
Esto es matemático, y debemos tenerlo en cuenta a la hora de lanzar críticas al entorno de nuestra pareja. Se puede sentir dolido, avergonzado por el comportamiento de su familiar/amigo, impotente ante una situación que se repite o harto de nuestra incomprensión.
Presionar a nuestra pareja para que “pare los pies” a la persona que nos daña no siempre es lo adecuado. Enfrentar a miembros de una familia es un caldo de cultivo perfecto para entrar en un bucle de resentimientos.
No es de recibo el tan típico: “¿No te das cuenta que esa persona te manipula?”, “Me molesta la actitud de ese familiar porque te hace daño”.
Dejemos que cada uno lidie las batallas con su entorno. No es cierto que nos enfademos porque una persona hace daño a nuestra pareja, lo que realmente nos molesta es que nuestra pareja no tome una postura más tajante.
Y cerramos volviendo al principio: ¿Y si fuera alguien nuestro el que tuviera una actitud negativa? ¿Y si a pesar de todo no podemos dejar en la estacada a esa persona? ¿Y si conocemos las características de la persona de nuestro entorno pero sabemos que por motivos determinados no la podemos hacer cambiar?
Entonces nos veríamos impotentes, dañados, incomprendidos.
Pues toca reflexionar. Reducir al mínimo la interacción, mantener una actitud neutra y considerar que una persona puede estar haciéndonos daño por sus miedos, sus vivencias anteriores, sus circunstancias personales, nos puede hacer ver la situación como de empatía hacia nuestra pareja.
Es una excelente oportunidad para demostrar nuestra madurez y lo inquebrantable de nuestra unión. No es nuestra pareja la que nos lastima.
Entrar en la crítica es abrir la puerta al dolor y la brecha. Pon límites, pero no entres en la descalificación.