El duelo supone un dolor físico y psicológico que no se debe retener. Comprender que llorar y dejar fluir las emociones nos libera del embotamiento afectivo, nos hace vivir la terrible experiencia de una forma más adaptada.
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Leer másEL MIEDO "AL DESIERTO"
Puede haberte pasado en algún momento de tu vida que determinadas situaciones extremas te hayan llevado a replantearte tu existencia, a considerar que lo vivido hasta el momento no era lo que habías deseado para ti, no saber cómo continuar o sentirte perdido y solo.
Estos momentos, en los que nos hacemos conscientes de la la existencia de una crisis existencial suelen coincidir con rupturas sentimentales, y no es que una ruptura sentimental signifique ponernos en esa tesitura, simplemente es cuando tomamos consciencia de una situación vital que no es la que hubiéramos querido.
Las personas en estas situaciones suelen tener un miedo exagerado a la soledad, piensan que se han quedado sin pareja, sin amigos y sienten terror a quedarse solos.
En muchas ocasiones porque han perdido la capacidad de disfrutar de ellos mismos, porque ya no se conocen ni valoran la posibilidad de aprender de ellos mismos quienes son y qué desean, acostumbrados a vivir el papel que le ha estado marcando la situación social y sentimental.
Sin embargo, ese desierto que vemos como infinito, solitario, peligroso es sólo el camino hacia la felicidad personal (la de uno mismo, sin necesidad de nada ni nadie, eso ya vendrá después).
Al pasar ese período de soledad dejaremos de buscar gente, cosas que nos entretengan y nos enfrentaremos a nosotros mismos de una forma mucho más objetiva: analizaremos nuestra vida, qué dejamos en el camino, qué dimos de más como precio carísimo para no estar solos...
Aprender a quererse, a disfrutar, a sentirse libres de agradar por miedo a perder, tiene la ventaja de la serenidad, de gustar y ser admirados por nosotros mismos, por tener un criterio personal, por saber qué queremos, hacia dónde vamos, y cómo reaccionar cuando aparecen los obstáculos en el camino.
Buscar algo/alguien por evitar el desierto es no querer aprender de nosotros, no saber quienes somos y necesitar de factores externos para seguir viviendo. ¿te gusta la gente así? ¿quieres ser así?
El desierto se pasa una vez en la vida. No dejes ese momento para cuando ya no queden fuerzas para ilusionarte contigo mismo.
DUELO: SEGUIR VIVIENDO, ESTA VEZ EN SOLITARIO
Cuando una persona se queda viuda le cuesta mucho la transición a esa vida en soledad. Sin embargo es importante no cerrarse en el dolor y buscar nuevas formas de seguir viviendo
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Una ruptura de pareja, aunque sea la mejor opción que pueda tener una persona para llegar a ser feliz, supone pasar un período de intenso dolor y desesperanza respecto al futuro.
Dentro de una pareja, la persona encuentra un refuerzo positivo en algunos aspectos fundamentales para el ser humano: sentirse acompañado (no estar solo en la vida), no percatarse de su propia soledad o aislamiento en caso de haber dejado de lado su vida anterior (ocio, amigos), sentir que camina junto a alguien.
La ruptura, aún siendo deseada o necesaria, produce un sentimiento de caos emocional en la persona: se encuentra perdida y experimenta dificultades para reorganizar su mundo personal (emocional y social).
El miedo atenaza, la desesperación por no saber cómo salir de esa situación y entonces aparece la idealización de la pareja perdida, omitiendo todos aquellos aspectos negativos y dolorosos de la relación.
Se empieza a pensar que tal vez se esté mejor acompañado que en soledad, y no se contempla la posibilidad de mejoría a largo plazo (ese corto plazo que nos lleva a todos por tan malos caminos).
El inicio de terapia con estas personas es difícil, tanto porque no son capaces de analizar el pasado con objetividad, como los pensamientos catastrofistas respecto al futuro. El "yo puedo" no suele ser parte de su vocabulario, y eso les dificulta, les lastra en su proceso de recuperación.
Utilicemos un símil (siempre vienen bien en terapia):
Imaginemos que teníamos un pequeño jardín: había flores y muchas hierbas malas. Era un jardín que no podíamos disfrutar porque las ortigas lastimaban nuestras piernas. A veces veíamos flores bonitas, pero en la mayoría de las ocasiones era un jardín al que no podíamos acceder.
Nadie quiere un jardín así. Tal vez sea necesario coger nuestra pequeña parcela y sanearla: es la ruptura.
Tras esa ruptura nos encontraremos con una parcela de tierra, en la que todavía hay alguna mala hierba (nuestros pensamientos torturadores, el anhelo de una relación, la desesperanza respecto al futuro).
Ya no hay ortigas, sólo malas hierbas, que tendremos que arrancar pacientemente hasta dejar la tierra sana.
Aún no es hermoso, no nos gusta nuestro jardín vacío de todo.
Empecemos la terapia entonces.
Sembremos.
Cuando se siembran semillas, el trabajo es arduo y no hay una recompensa inmediata. Trabajamos duramente sin recibir ningún fruto, ninguna flor, sólo la expectativa, la ilusión de que" algo hermoso brote.
Este es el núcleo de nuestra terapia: sembrar, trabajar de cara al futuro. Elegir y diseñar nuestro jardín, soñar con cómo será, sin saber exactamente cuándo lo veremos florecer.
Y poco a poco, ese jardín personal irá llenándose de todo aquello que hemos plantado. Pueden morir algunas plantas, puede que algún árbol no de buenos frutos, pero puede que algunas de las flores nos sorprendan con su belleza.
Sera nuestro jardiín, probablemente no perfecto, pero si nuestro, agradable de ver y de disfrutar. Un jardín que no daña, que no hiere, y del que podemos sentirnos orgullosos hasta del último de sus frutos.
Trabaja a largo plazo, siembra, sueña, aguanta el tirón de los malos momentos y no te quedes en el pasado o en el presente doloroso.
Si te hicieron daño, recuerda a Scarlatta O'Hara, y en tu campo sin fruto, levanta un puñado de tierra hacia el cielo y grita: "A Dios pongo por testigo que luchare para labrar mi propia felicidad"