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La evidencia de padecer diabetes, en la mayoría de los casos, y en especial para la diabetes tipo 1, se presenta repentinamente. En muchos casos el diagnóstico produce perplejidad en la familia.
FASES DE ADAPTACIÓN A LA DIABETES
Es evidente que el debut de la diabetes en el niño o adolescente supone un cambio de rutinas, así como la necesidad de una vigilancia constante.
El diagnóstico de cualquier enfermedad crónica produce un impacto en las personas al saber que se trata de una enfermedad incurable, que durará toda la vida y la necesidad de ajustar el estilo de vida que impone esta enfermedad.
El proceso psicológico de adaptación a esta realidad pasa por una serie de etapas:
Negación de la enfermedad: pensando que se han equivocado en el diagnóstico
Rebeldía o ira: sentimientos de injusticia por la situación, búsqueda de culpables (familiares con esa enfermedad, que le hayan dado al niño demasiados dulces)
Negociación: la idea de que no van a ponerse insulina aunque tengan diabetes
Depresión: conciencia de la enfermedad.
Miedo a las repercusiones.
Sensación de cambios permanentes.
Miedo a las complicaciones.
Preocupación por los nuevos hábitos que debe aprender
Adaptación: aceptación del problema
La actitud que adopten los padres ante la enfermedad influirá directamente sobre el niño con diabetes. Expresar angustia por parte de los padres, con actitudes de sobreprotección suelen producir el rechazo y rebeldía por parte del niño.
En la diabetes, como en cualquier enfermedad crónica, es necesario realizar un reajuste psicológico para incorporar las necesidades de cuidados propias de la enfermedad a la persona, que se debe sentir igual que antes de tener la enfermedad, excepto por el hecho de tener que procurarse unos cuidados específicos.
En las fases de adaptación a la enfermedad puede ser muy beneficiosa la terapia psicológica, tanto en el niño como en sus padres, para poder realizar una correcta aceptación del problema.
EFECTO DEL DIAGNÓSTICO SOBRE EL NIÑO NIÑOS MENORES DE 4 AÑOS
El niño no entiende en qué consiste la diabetes ni lo que implica padecer una enfermedad crónica, pero puede percibir angustia en sus padres por "algo referente a él".
Lógicamente la responsabilidad del tratamiento recae en los padres. Hasta los 3 años el principal riesgo es una hipoglucemia severa, ya que hay dificultades para ajustar las dosis de insulina y el niño aún no es capaz de comunicarse.
Los problemas que puede tener el niño se producen en caso de que necesite ser hospitalizado: ansiedad por la separación de los padres y fobias derivadas de los procedimientos dolorosos empleados en el hospital.
Las sensaciones dolorosas (pinchazos) las interpretan como posibles castigos por su "mal comportamiento", por ello, algunos tratan de portarse especialmente bien a la salida del hospital para evitar volver.
Es necesario explicarles que su ingreso no tiene nada que ver con su comportamiento y que los pinchazos y restricciones alimentarias son consecuencia de la diabetes y en ningún caso de su conducta.
NIÑOS DE 4-6 AÑOS
El diagnóstico de la enfermedad provoca que el niño interprete que está ingresado en el hospital como un castigo por su comportamiento. Es importante que los padres permanezcan al lado del niño durante su hospitalización, que tenga junto a él algún juguete u objeto al que tenga aprecio.
Si el niño pregunta sobre si se va a curar, si podrá tomar chuches o si siempre tendrá que pincharse, hay que evitar mentirle, pero la información debe ser adecuada para su edad.
NIÑOS DE 7-9 AÑOS
A esta edad los niños que debutan con diabetes suelen estar más pendientes de las novedades que implica el tratamiento que de la diabetes en sí. A esta edad el niño se da cuenta perfectamente de lo que ocurre, por lo que habrá que evitar que el diagnóstico se tome como una tragedia para los padres
NIÑOS DE 9-12 AÑOS
En esta etapa de preadolescencia, es más difícil el control de la diabetes por los cambios hormonales que experimenta el niño. En esta época el niño comienza a dar mayor importancia a su entorno, y desea sentirse igual que los demás
ACTITUDES DE LOS PADRES ANTE EL DEBUT
Los padres transmiten su propio estado emocional, de esta forma, si el estado de ánimo de los padres se ve alterado con sentimientos de cólera, ansiedad, depresión, miedo, inseguridad, etc; influirá en el hijo que puede perder la seguridad afectiva.
Dado que el diagnóstico de la diabetes supone en cualquier familia la necesidad de hacer frente a una enfermedad crónica, es muy importante que su entorno familiar posibilite el autocuidado del diabético facilitando su autonomía y calidad de vida.
En numerosas ocasiones los padres viven el debut como una pérdida, pues piensan que las expectativas de futuro, esperanzas, sueños de su hijo quedan truncadas para siempre.
En otros casos los padres se sienten desbordados por las nuevas responsabilidades con relación a los cuidados, dando lugar a situaciones de conflicto bien, frente al niño o bien entre los propios cónyuges.
Miedo ante la posible amenaza de la muerte del niño por padecer diabetes. Posibilidad de ser ellos responsables de la enfermedad, por carga hereditaria o por haber hecho algo equivocado.
Cambio en el modo de considerar a su hijo: de un niño saludable a un paciente que padece una enfermedad incurable.
Abandono de las actividades y roles sociales habituales hasta ese momento en la familia en general, o los padres en particular a favor del cuidado del niño. Ansiedad ante el futuro del niño; si será capaz de cuidarse respecto a la enfermedad durante, en principio, toda su vida.
PAUTAS PARA LOS PADRES
La actitud de los padres es fundamental para favorecer el autocuidado de un niño con diabetes. Es importante que los padres transmitan a los hijos sentimientos de tranquilidad y seguridad, de que todo sigue igual y se le valora independientemente de tener diabetes.
Algunas pautas serían: Intentar que el estado emocional y conductas de los padres no repercutan sobre la dinámica familiar.
En este sentido, es importante que el resto de los hermanos no sientan que ahora ya no se les hace tanto caso como antes, dando lugar a algunos desequilibrios dentro de la familia (por ello en algunas ocasiones alguno de los hermanos transmite su deseo de tener diabetes).
Habría que tratar al niño con diabetes como a uno más dentro de la familia. Es necesario que los padres se desahoguen tras el impacto del diagnóstico que se permitan sentir y expresar todo tipo de emociones (tristeza, ansiedad, preocupación, ira).
Esto es bueno y ayuda a asimilar la nueva situación, pero por otro lado, es muy importante que el niño perciba normalidad y para ello se ha de evitar que el niño presencie este tipo de estados emocionales negativos.
De esta manera, se evitarán preocupaciones y culpabilidades innecesarias.
Apoyo social; es importante que la familia busque apoyo en médicos, educadores, psicólogos… que le puedan ayudar a resolver las dudas de cualquier tipo que les plantee la enfermedad, y por supuesto, una vez más, continuar con la vida tal y como era antes del diagnóstico.
No hay que dejarse abrumar por los conocimientos previos sobre la enfermedad, así como opiniones de personas, “amigos de cabecera”, “vecinos psicólogos”, rumores, etc. que realmente tienen un conocimiento muy limitado sobre la diabetes y que no se corresponde con la realidad.
Por eso es importante que cualquier tipo de duda sea consultada con el especialista. Favorecer la expresión de sentimientos del niño acerca de la enfermedad y ayudarle a buscar soluciones, lo que le permitirá en primer lugar liberarse de su angustia, y en segundo lugar, fomentar su independencia.
Continuar realizando las mismas actividades, trabajos, tareas y pasatiempos que realizaban antes del diagnóstico, para así normalizar la nueva situación y distraerse ante los pensamientos obsesivos que puedan surgir acerca de la enfermedad.
PROBLEMAS DE CONDUCTA QUE SE SUELEN PRODUCIR
Negarse a ser pinchado en determinados sitios
Repetición de lugares de inyección
Montar rabietas a la hora de ponerle la insulina
Desobediencia a la llamada de los padres para ponerle la insulina
Retrasarse a la hora de empezar a comer
Pedir comida repetidamente sin tener hipoglucemias
Negarse a comer determinados alimentos
No querer comer la cantidad que debe
Como primer paso, los padres tienen que observar cuál es exactamente el problema que presenta su hijo y qué es lo quieren cambiar: para ello, hay que observar qué es lo que ocurre antes, durante y después de que se de la conducta problema y ver con qué frecuencia ocurre.
Es aconsejable premiar todas aquellas conductas que sean alternativas y deseables a la conducta problema con refuerzos del tipo: besos, caricias, piropos, actividades agradables para el niño, etc.
Para que sea eficaz, el refuerzo siempre ha de ser inmediato. Por ejemplo; si el niño llora cada vez que la madre le va a poner la insulina (descartando que la causa no sea por dolor), quizá sea para llamar la atención de su madre, por lo que sería importante en ese punto, que la madre distrajera al niño (como contarle un cuento) y no prestar ninguna atención al lloriqueo, aunque sí prestarle toda la atención cuando el niño deje de llorar o cuando no llore al ponerle la insulina.
Otras son las situaciones en las que el niño actúa sin hacer caso cuando, por ejemplo, se le dice que siempre tiene que llevar terrones de azúcar en los bolsillos.
Sería importante que los padres le dejaran claro lo que esperan de él, sin regañarle, y que hicieran pactos con el hijo en los que todos se pusieran de acuerdo sobre lo que quieren, explicando lo que conseguirá por hacerlo.
Es aconsejable que los padres no sermoneen o no sometan a un exhaustivo interrogatorio al niño. · Sería conveniente informar al resto de la familia y personas del entorno del niño de lo que se quiere conseguir de él para que también ayuden al cambio.
MASTURBACIÓN COMPULSIVA: LUCES Y SOMBRAS
La masturbación compulsiva sirve para calmar la ansiedad
La masturbación se convierte en compulsiva cuando se produce de forma reiterada (varias veces al día) con objeto de reducir una situación de ansiedad.
Leer másABORTO EN LA ADOLESCENCIA: LA NECESIDAD DE TERAPIA
Cuando una adolescente es consciente de que se ha quedado embarazada, puede sufrir secuelas psicológicas impactantes: pasa por situaciones de miedo a dar la noticia, vergüenza, sensación de aislamiento, bloqueo mental, incapacidad para tomar decisiones, etc.
Este primer momento de impacto psicológico, rápido y fulminante, suele pasar a un segundo plano ante la necesidad de tomar una decisión urgente respecto a la posibilidad de continuar con el embarazo o interrumpirlo.
Normalmente, tras dar la noticia a los padres, éstos toman un papel activo en el proceso de toma de decisión, lo que supone una liberación momentánea para la adolescente, que a veces recuerda esta etapa con una sensación de culpabilidad por no haber tomado una decisión propia.
Tras la interrupción del embarazo, en muchas familias se instaura el silencio y el olvido como forma de afrontamiento, a veces cambian las relaciones parentales respecto a la hija.
Dado que el proceso de maduración de la adolescente no está completo, los efectos del aborto aparecen al cabo de poco tiempo, con el Síndrome postaborto, que puede manifestarse con:
- sentimiento de culpa
- angustia
- ansiedad, ataques de pánico, agorafobia
- depresión
- baja autoestima, aislamiento
- insomnio, pesadillas
- diversos tipos de neurosis
- enfermedades somáticas
- recuerdos dolorosos y persistentes.
Por todo ello es necesario que tras la experiencia de un aborto en una adolescente se lleve a cabo desde un primer momento un abordaje de los trastornos que pueden ir apareciendo y que en ocasiones no parecen guardar relación.
Es necesario que asuma el dolor, supere el duelo, supere la sensación de vacío, no se instaure en fantasías respecto al "niño no nacido" y retome su vida con las menores secuelas psicológicas posibles.
En este abordaje psicológico es necesario que los padres se involucren y también acudan a terapia para comprender las diferentes reacciones emocionales de su hija, cómo pueden ayudarla y también para superar los sentimientos de rabia y frustración que pueden aparecer en ellos mismos.
EVALUACIÓN PSICOLÓGICA PREVIA A LA CIRUGÍA BARIÁTRICA
La cirugía bariátrica es una intervención quirúrgica que pretende que los pacientes obesos a ella sometidos pierdan peso y no vuelvan a recuperarlo.
Las técnicas quirúrgicas combinan técnicas restrictivas y técnicas malabsortivas, para ello se realizan cortocircuitos gastrointestinales a fin de que los alimentos no recorran todo el intestino, o no se mezclen con los jugos digestivos, en especial en aquellas zonas donde las grasas son absorbidas.
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Un aspecto a tener en cuenta en las dependencias relacionales, es que en muchas de ellas (las mediatizadas), uno de los sujetos es adicto al alcohol u otra sustancia, lo que provoca una relación especial entre esta persona y sus allegados.
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Vuélvete loco!!!!
Cuando nuestro estado de ánimo está bajo, tenemos que tirar de resiliencia. Dentro de nosotros está el poder de la sonrisa para superar las situaciones adversas de la vida
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PUNTOS DE UN PROGRAMA PSICOLÓGICO PARA MEJORAR LA AUTOESTIMA
Explicación detallada del programa psicológico para la mejora de la autoestima
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Cuando una persona decide zanjar una relación, no nos engañemos, no es fruto de un impulso o de un capricho (habría que diferenciar de los dañinos “calentones” con amenaza incluida, que no son sanos ni responsables).
Una persona toma la decisión de abandonar la relación tras muchos intentos de cambiar las cosas, de hacer ver a la otra persona que no es feliz, que las cosas no marchan bien, que se está produciendo una distancia.
Sin embargo hay quien no toma en cuenta estas advertencias, son como los futbolistas, que tras veinticinco advertencias les pitan la roja y todavía se muestran incrédulos.
Las personas que no toman en cuenta los avisos de que las cosas van mal ni hacen nada por mejorarlas, simplemente no están considerando la posibilidad de que la ruptura se produzca.
Ellos/ellas han conseguido establecer en la relación una zona de confort a medida de sus necesidades, y tampoco están dispuestas a los esfuerzos, se sienten tan cómodos que piensan que nadie rompería una situación así.
A veces ni se plantean si el amor perdura, si la relación es gratificante, si era esto lo que desearon: la rutina les resulta segura y se autoconvencen de que ésta es la vida que siempre quisieron tener.
Pero la relación es de dos, y si la balanza se desequilibra, se produce el temido momento del “te dejo”.
Aquellas personas que han hecho caso omiso a que algo no iba bien, han adoptado la técnica de la avestruz que esconde la cabeza: no han querido darse cuenta, no han querido escuchar y no han querido solucionar los problemas, y ahora viene el momento delicado: el llanto y el crujir de dientes.
El miembro de la pareja que ha decidido acabar con todo lleva un proceso de desgaste en el que a pesar de sus intentos de que las cosas funcionen ha sentido impotencia, frustración y en muchos casos rencor.
No es que quieran el mal de la otra persona: simplemente necesitan con desesperación aire fresco, sentirse escuchados, comprendidos, apoyados, algo que no han tenido y que se ha ido haciendo tan patente como para que su decisión normalmente sea firme, a pesar de las promesas de cambio de la otra persona.
Cuando se plantean las situaciones así (que es un tipo de ruptura distinta a las discusiones diarias, infidelidades o problemas derivados de adicciones, etc), las rupturas por distanciamiento y desgaste, pueden llevar a situaciones en las que la persona abandonada actúa con muy poca madurez.
Suele adoptar la posición de víctima, rogar a su pareja, intentar de repente hacer todo aquello que se le demandaba durante años, pero ya no hay solución.
En estos casos suelen caer en situaciones de depresión y de ansiedad: tienen miedo al futuro, a la vida en solitario, a “quedarse solos” (qué egoísta es este sentimiento).
Es difícil que puedan hacer una labor de introspección que les lleve a comprender que el “fuera de servicio” llega por muchas cosas en las que su responsabiidad es un factor importante.
Pero es absolutamente necesario que recapaciten, seguir hacia adelante como víctimas inocentes les hará caer en los mismos errores y en las mismas tragedias.
El “no voy a poder”, “no soy capaz de afrontar esta situación”, “qué va a ser de mi a partir de ahora”, son quejas habituales.
Enseñarle a la persona a darse autoinstrucciones positivas, a buscar solución a los problemas prácticos que se le plantean es necesario para que poco a poco pueda ir recuperando la autoestima.
También es habitual que busquen el consuelo en sus allegados, algo que en principio es muy positivo, pero esa forma de ser, un tango egoísta hace que en realidad sólo quieran ser escuchados, no aconsejados.
Y ser escuchados como un taladro, sin reparar en que entre la escucha y la comprensión de un amigo o familiar y convertirte en el/la enfermera de la persona abandonada va un mundo, puede llegar a producir rechazo en los allegados que se sienten saturados.
El “no puedo” es un claro “ni lo voy a intentar”, y la persona lo primero que tiene que tener en cuenta es que no está ante una situación hipotética, está ante una realidad en la que no cabe el “me enfado y no respiro”.
Hay que tomar decisiones, aprender a salir lloradito/a de casa, analizar los problemas con los que nos encontramos, hacer cambios en la forma de vida, pedir ayuda si es necesaria para ir dando forma a una nueva trayectoria personal que nos haga crecer como personas, como seres humanos capaces de vencer las adversidades y superar el dolor.
El histerismo en estas situaciones agrava el problema. Cuando una persona entra en pánico y lo ve todo como insuperable, cada vez se encuentra más desesperada y ansiosa, es incapaz de tomar decisiones, duda de todo, pensar en mover un dedo ya le supone una hazaña épica.
Necesita recuperar la calma, y entender que, efectivamente está pasando por una situación muy desgraciada, pero mantener la calma, pensar en soluciones poco a poco, aceptar el mal momento con la confianza en un futuro mejor, le hará más llevadero el momento.
Especialmente importante es este tipo de rupturas cuando hay hijos. Involucrarles, hacerles ver nuestro malestar, nuestro miedo, llorar por las esquinas, puede tener consecuencias desastrosas.
Los chicos pueden sentir miedo del futuro al darse cuenta que uno de sus progenitores “no pilota” en absoluto, pueden perder el respeto o sentir desprecio hacia la actitud que toman.
Es lógico que sepan que el núcleo familiar está pasando por una situación dolorosa, que a ellos mismos les atañe, pero añadirles dolor por la impotencia de ver el sufrimiento extremo de uno de sus progenitores no hace bien a nadie.
Si alguien cercano a ti sufre una desgracia, le animas, le intentas insuflar fuerzas, le haces sentir capaz de superar la situación.
Eso mismo tienes que hacer contigo: darte autoinstrucciones positivas, planificar formas de pasar el trago (que no es eterno) de la mejor manera posible.
No caer en catastrofismos sobre una vida solitaria (siempre me acuerdo de la pobre señora que los cangrejos le comían las ropas en el Muelle de San Blas).
Es normal el dolor, es normal la decepción, y el miedo, pero el miedo no puede paralizarte: analiza, pide ayuda, haz un plan para resurgir, céntrate en los pequeños avances, date pequeños caprichos, SIÉNTETE ORGULLOSO/A DE TI.
La histeria nubla la razón, impide pensar, conduce al pánico, pero recuerda: estamos hablando de algo que ya está pasando, no es momento de perder el norte, es momento de centrarse, sufrir, tirar y esperar a un futuro que va a ser tuyo y va a ser bueno.
MECANISMOS IMPLICADOS EN LA ADICCIÓN A INTERNET
Las aplicaciones que más poder adictivo tienen son las que permiten al usuario interaccionar con otros, como los chats.
Al parecer, si hay algo que diferencia a los usuarios dependientes de los que no lo son es el tipo de aplicaciones que utilizan.
Los usuarios no dependientes usan Internet para encontrar información y mantener relaciones preexistentes, mientras que los dependientes la usan para socializarse y conocer nueva gente, para implicarse en un grupo.
Leer másTRASTORNO EN LA PERCEPCIÓN DE LAS EMOCIONES
Existen diferentes problemas que impiden la correcta percepción de las emociones. Conocer el problema puede ayudar a la persona a buscar formas de interpretar emociones propias y ajenas.
Leer másALGUNAS ANSIEDADES SEXUALES
Existen diferentes tipos de ansiedades causadas por la sexualidad, en ocasiones por aprendizaje erróneo, falta de información o problemas de baja autoestima.
Las ansiedades sexuales pueden llegar a arruinar la vida sexual de una persona, y muchas veces mediante una información adecuada, puede reestablecerse una sexualidad plena y satisfactoria.
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Puedes subir la Cordillera de la Ansiedad con un ayuda de tu psicólogo, tu “sherpa”
La vida tiene situaciones en las que la ansiedad nos supera. Encarar las diferentes situaciones ansiógenas, solos (los resilientes) o con ayuda terapéutica, garantiza poder llegar a alcanzar la tranquilidad y dejar atrás el dolor y desgaste emocional que produce la ansiedad.
Leer másLA GANANCIA SECUNDARIA EN PERSONAS CON DEPRESION
La ganancia secundaria de los enfermos supone la expresión de quejas somáticas para mantener la atención de sus allegados sobre su persona. No es un comportamiento a propósito, lo hacen como forma de sentirse acompañados
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Todos sabemos qué significa "hacer de la necesidad virtud". En psicología se denomina reducción de la disonancia cognitiva.
Este proceso psicológico, por el que existe una situación o una actitud que no compartimos, terminamos por aceptarla y ver su parte positiva, supone un acercamiento entre "lo ideal y lo real", que puede ser muy positivo en algunas ocasiones y otras en cambio producir efectos negativos en la salud mental de la persona.
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Explicación de cómo se sienten a veces las personas con baja autoestima
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La relación con una persona tóxica puede generar problemas psicológicos en las personas cercanas, sin que lleguen a relacionarlo directamente.
En muchas ocasiones presentan problemas de ansiedad, depresión, sentimientos de culpa y baja autoestima sin poder analizar la causa concreta: se ahonda un poco y en muchas ocasiones aparece una persona que está generando muchos problemas al paciente.
Leer másRUPTURA DE PAREJA: NO TE CREAS TODO LO QUE TE DICEN
Una crisis de pareja suele desembocar en una crisis personal donde nos cuestionamos nuestros propios actos, conductas y emociones desde un filtro de culpa y sentimientos negativos hacia nosotros mismos.
La propia crisis supone que tu pareja te está cuestionando y existe un mecanismo completamente normal que se despliega en estos momentos: LA JUSTIFICACIÓN.
En ocasiones nuestra pareja se aleja y nos damos cuenta, intentamos hablar, razonar, buscar soluciones y normalmente cuando le planteamos el hecho de habernos dado cuenta de que algo va mal en la relación.
La otra persona reaccionará atacando: es más sencillo culpar a la otra persona, hacerse la víctima de la situación que reconocer que existe un enfriamiento, del que lógicamente es consciente.
Esto supone una sensación de inseguridad en la persona: no dispone de datos para saber QUÉ es lo que va mal, solo sabe que va mal, y si le reprochan determinadas actitudes, probablemente crea que son ciertas, o al menos, le entrará una duda razonable.
Cuando esta situación no se produce en una crisis, sino en una situación de ruptura (pongamos una infidelidad), la persona que se ha alejado no reconocerá normalmente la situación, tenderá a culpabilizar a la otra parte, esgrimiendo razones como que es una persona distante, que no le hace caso, que ya no es su prioridad la pareja, que se ha descuidado, que le hace sentir solo (me refiero a persona, no a que sea hombre o mujer).
El momento de crisis o ruptura inesperada supone un tsunami emocional, nos hace perder pie, nos sentimos desorientados y cualquier cosa que nos digan nos la podemos creer mucho más fácilmente.
Con un poco de suerte, si la ruptura se produce, y pasado un tiempo prudencial, la persona última en enterarse de que aquello iba mal, podrá reflexionar sobre lo que ocurrió y hacer un balance sobre lo ocurrido.
Tal vez la acusación de "tú cada vez eras más pasivo" obedece a un proceso en el que la persona aceptó un periodo previo en el que su pareja (supuesta víctima), estaba malhumorada, cansada y más pendiente del móvil que de mantener una conversación.
Tal vez la acusación de "apenas teníamos relaciones sexuales" se debiera a esa alarma interna que nos dice que algo va mal en la relación porque las cosas no son como antes, porque la relación sexual está más carente de caricias y se restringe a un acto puramente fisiológico que nos deja vacíos....
En otras ocasiones la ruptura no deja claros los motivos y la persona sufre tremendamente al no saber las causas reales, y se cree lo que le dijeron cuando perdía pie, produciendo una bajada de autoestima y una más que predecible inseguridad en las relaciones futuras.
No te creas todo lo que te dicen, especialmente en momentos de crisis o de ruptura. Los motivos que te dan pueden no ser totalmente ciertos, pero cuando alguien carece de motivos, se los puede inventar.
Cuidado con los "busqué lo que no me dabas". Si no se lo dabas es porque igual no se lo merecía.
Cuidado con "la relación se enfrió". Si confiabas en esa persona, tal vez notabas ese enfriamiento, y sí, eres responsable de no haberlo hablado en su momento, o tal vez lo intentaste hablar y te dijeron que eran imaginaciones tuyas.
Tal vez sólo asististe con preocupación a un enfriamiento que iba helando tu propia sangre, pero con el que no pudiste luchar.
Cuidado con "todo era más importante que yo", especialmente si la otra persona dejó de cuidar la relación o no te ayudaba a sacar adelante el hogar, dejando que te consumieras remando en soledad para sacar adelante a tu familia.
Cuidado con el "siempre estabas de malhumor". Igual era cierto. Muchas veces nos amargamos y estamos enfadados con el mundo, y, curiosamente, es más probable que ocurra cuando nuestra vida no nos satisface, cuando nuestra propia pareja, esa que ahora se hace la víctima, fue más una piedra en el camino que un compañero de viaje.
Revisa los motivos, analiza lo que ocurrió, pero hazlo desde tu propia perspectiva, intentando mantener la objetividad.
Tú sabes lo que pasó, no te creas que pasó lo que la otra persona te cuenta, especialmente si esa persona no se portó bien contigo. Si no fue noble en la relación, menos lo iba a ser en la ruptura.
El tiempo y un repaso objetivo te ayudarán a recuperar la confianza en ti. Jamás le concedas demasiado crédito a lo que te dice alguien cuando se intenta justificar. Recuerda que entre los humanos funciona mucho el "NO HAY MEJOR DEFENSA QUE UN BUEN ATAQUE"