El dependiente emocional basa su relación con otra persona en la necesidad excesiva de aprobación:
Vive preocupado por caer bien, incluso a personas que ve por primera vez o desconocidos.
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El dependiente emocional basa su relación con otra persona en la necesidad excesiva de aprobación:
Vive preocupado por caer bien, incluso a personas que ve por primera vez o desconocidos.
Leer másLos tics son espasmos, movimientos o sonidos repentinos e involuntarios que la persona hace de forma repetida. Puede ser un tic motor en el que parpadee un ojo o lo guiñe, un tic vocal en el que emita gruñidos, etc.
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DE LOS DISTINTOS TRASTORNOS POR TICS DSM-5
Síndrome de Tourette (ST): Para que una persona reciba el diagnóstico de ST, debe cumplir los siguientes criterios:
A. Los tics motores múltiples y uno o más tics vocales han estado presentes en algún momento durante la enfermedad, aunque no necesariamente de forma concurrente.
B. Los tics pueden aparecer intermitentemente en frecuencia, pero persisten durante más de un año desde la aparición del primer tic.
C. Comienza antes de los 18 años.
D. El trastorno no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (por ejemplo, cocaína) o a otra afección médica (como la enfermedad de Huntington, encefalitis posvírica).
Trastorno por tic vocal o motor crónico
A. Los tics motores o vocales únicos o múltiples han estado presentes durante la enfermedad, pero no ambos a la vez.
B. Los tics pueden aparecer intermitentemente en frecuencia, pero persisten durante más de un año desde la aparición del primer tic.
C. Comienza antes de los 18 años.
D. El trastorno no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (por ejemplo, cocaína) o a otra afección médica (como enfermedad de Huntington, encefalitis posvírica).
E. Nunca se han cumplido los criterios de trastorno de la Tourette.
Trastorno por tics transitorio
A. Tics motores y/o vocales únicos o múltiples.
B. Los tics han estado presentes durante menos de un año desde la aparición del primer tic.
C. Comienza antes de los 18 años.
D. El trastorno no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., cocaína) o a otra afección médica (p. ej., enfermedad de Huntington, encefalitis posvírica).
E. Nunca se han cumplido los criterios de trastorno de la Tourette o de trastorno de tics motores o vocales persistente (crónico).
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Trastorno de movimientos estereotipados: Las estereotipias motoras se definen como movimientos involuntarios rítmicos, repetitivos y predecibles que parecen ser a propósito pero que no tienen ninguna función adaptativa ni finalidad y que se detienen con la distracción.
Se diferencian de los tics porque comienzan antes de los 3 años, y su duración prolongada (de segundos a minutos), por su forma y localización fija, repetitiva y constante.
La corea: implica acciones rápidas, aleatorias, continuas, abruptas, irregulares, impredecibles y no estereotipadas que, normalmente, son bilaterales y afectan a todas las partes del cuerpo (es decir, la cara, el torso, las extremidades).
El ritmo, la dirección y la distribución de los movimientos varían de un momento a otro, y los movimientos normalmente empeoran durante los intentos de acción voluntaria.
Una distonía es una contractura sostenida y simultánea de músculos agonistas y antagonistas que da lugar a una postura distorsionada o a movimientos distorsionados de partes del cuerpo.
Las posturas distónicas a menudo están desencadenadas por intentos de realizar movimientos voluntarios y no se observan durante el sueño.
Discinesias paroxísticas inducidas por sustancias. Las discinesias paroxísticas normalmente se producen como movimientos distónicos o coreoatetósicos que están precipitados por un movimiento voluntario o un esfuerzo, y que se producen menos frecuentemente durante la actividad normal.
Mioclonías. Las mioclonías se caracterizan por un movimiento unidireccional súbito que muchas veces no es rítmico. Pueden empeorar con el movimiento y producirse durante el sueño.
Las mioclonías se diferencian de los tics por su rapidez, por la incapacidad de suprimirlas y por la ausencia de impulso premonitorio.
Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados. Puede ser difícil diferenciar los comportamientos obsesivo-compulsivos de los tics. Se diferencian en que el TOC presenta pensamientos obsesivos no presentes en los Tics.
TRASTORNOS QUE A VECES APARECEN JUNTO CON LOS TICS (COMORBILIDAD)
El TDAH y el trastorno obsesivo-compulsivo están presentes en muchos niños con tics. Las personas con un trastorno de tics también pueden tener otros trastornos del movimiento, y otros trastornos depresivos, trastorno bipolar y por consumo de sustancias.
Fuente: Asociación Americana de Psiquiatría, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5®), 5a Ed. Arlington, VA, Asociación Americana de Psiquiatría, 2014.
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Miran atrás, a los que les llevó a unirse a una persona y no pueden encontrar ninguna de las razones.
La ilusión, el compromiso, las ganas de compartir y disfrutar de las pequeñas cosas se han esfumado y se sienten completamente vacías, y en algunas ocasiones desesperadas.
La presión familiar, los amigos, la presencia de hijos, la motivación económica, hacen difícil replantearse la vida, la persona se encuentra en un cruce de caminos: la felicidad o la estabilidad.
Esta situación es realmente peligrosa. La insatisfacción personal puede llevar a ver todo bajo un prisma negativo, a no estar atento a la parte buena de la relación, minimizando la gratificación que recibe y focalizando la atención en los aspectos negativos, lo que alimenta la sensación de vacío y fracaso.
Ante una situación de este tipo, es necesario que la persona analice sus sentimientos, de una forma global. En algunas ocasiones, la ayuda de un terapeuta que dirija las preguntas que la persona debería formularse, puede ayudar a ese proceso de clarificación.
Dejar a la otra parte de la pareja al margen de esta crisis puede resultar perjudicial y por supuesto, nada leal: el otro tiene que saber su parte de responsabilidad y tener la oportunidad de meditar sobre hacia dónde se dirige su relación, si los lazos son el cariño o el amor verdadero, si existen los motivos que les llevaron a unir sus vidas, y si quiere luchar (de verdad) para buscar nuevas vías para fortalecer su compromiso.
La terapia de pareja puede ayudar mucho a las parejas en crisis, cuando existe realmente una motivación para cambiar aquellas actitudes o formas de ver la relación que les han hecho alejarse.
Desgraciadamente muchas veces en terapia de pareja nos encontramos con una falta de compromiso: una de las partes busca realmente nuevas fórmulas de acercamiento y la otra parte "está cubriendo el expediente" porque no desea abandonar la relación.
Las personas ante una crisis de relación deberían disgregar los aspectos de permanencia o abandono, analizando cada factor por separado. El núcleo de la intervención se basa en la propia felicidad del individuo, y los miedos se tendrán que ir tratando uno a uno.
Es absurdo continuar con una pareja cuando no existe comunicación o las muestras de afecto se reducen a una relación fría y "políticamente correcta", ya que eso es una fuente de insatisfacción no sólo para ambas personas, sino también para las personas que forman el núcleo familiar.
Establecer las verdaderas razones que nos llevan a pensar que la relación está acabada tienen que pasar por un análisis "con el corazón el la mano", ya que a veces factores externos, como enamoramientos por cubrir el vacío afectivo, envidia de la situación de otras personas en situación de libertad, pueden llevar a una obstinación respecto al fin con consecuencias dramáticas.
Si la situación realmente no depende de factores externos, o la necesidad de un cambio ha aparecido de forma independiente o anterior, la persona debe evaluar su momento afectivo de forma intrínseca, buscando lo que realmente desea en la vida.
Debe tener en cuenta el daño que produce, pero no como un factor de paralización de su camino, sino buscando la forma más madura y adaptada de plantear esta nueva situación.
En ocasiones se espera a que los niños sean mayores, para que no sufran (¿alguien cree realmente que el sufrimiento de los hijos es menor a los 20 años que a los 10?, ¿no será la forma y no la edad la que tengan repercusión sobre el afrontamiento de la situación?).
Otras veces es el "disgusto que se va a llevar la familia" lo que paraliza el proceso, o la presencia de problemas económicos que hacen difícil o imposible la existencia de dos núcleos familiares: si la casa pesa más que la felicidad, tal vez la persona deba plantearse que sus objetivos vitales están más próximos a lo material que a lo afectivo y deba quedarse en esa situación.
Dar a la otra persona la posibilidad de ser nuevamente amada, cuando nosotros ya no tenemos nada que ofrecer más que una convención social o un interés económico es a veces un síntoma de salud mental, equilibrio personal y coherencia... además de representar el último gesto de generosidad hacia alguien que tal vez se merezca algo mejor.
No hay semana que no oiga a alguien soltar este insulto de ignorantes absolutos. Lo peor: a veces lo llego a escuchar en la Televisión (luego se nos llena la boca con la promoción de la Salud Mental y toleramos esto).
Alguien que insulta a otro diciendo “vete al psicólogo” está intentando decir que dice tonterías o que está como una regadera.
Pues bien, a todos esos que con su prepotencia consideran que pueden mandar a otros “al psicólogo” les aconsejaría una “repensada”.
Ir al psicólogo no significa estar “mal de la cabeza”, simplemente supone dar un paso al frente para reestablecer ese equilibrio mental que en ocasiones se tambalea.
Porque la vida a veces se torna complicada y de la misma manera que no mordemos una bala y nos pegamos un lingotazo de whisky para recolocarnos un hombro dislocado, tampoco es necesario cargar con un sufrimiento psicológico que necesita unas pautas para reconducirlo y volver a una situación de bienestar emocional.
Ir al psicólogo no es “estar mal de la cabeza”, es estar lo suficientemente bien de la cabeza como para ponerse manos a la obra en reconducir situaciones que nos vienen grandes.
Vamos al dentista, al fisioterapeuta, al gimnasio, comemos tofu y brotes de soja, y…. señores del Siglo XXI, ¡Vamos al Psicólogo!, porque no hay que tener sobrepeso para ir al gimnasio ni hacerse limpiezas de boca porque tenemos ocho caries.
Cuidar la Salud Mental es signo de AUTOCUIDADO, de PREVENCIÓN, de INTENTO DE MEJORA, de AFRONTAMIENTO.
No eres débil por ir al Psicólogo, eres una persona que considera su salud mental tan importante como la física.
Pongamos en valor nuestro equilibrio mental, no te sientas débil por necesitar ayuda profesional para no tener que cruzar El Canal de Panamá a nado. Pedir ayudar para aprender a manejar nuestras emociones y nuestras dificultades es sano e inteligente.
Y ya sabes: “si necesitas una mano, yo tengo dos”
Feliz Día
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Tendemos a pensar que el verano va a ser una época de recuperación y tranquilidad, ya no hay deberes y los tiempos son más relajados. Pero claro, ese relax nos hace olvidar todos aquellos días duros de desesperación porque parecía que nada fluía, que pasar el curso escolar era una cuestión de supervivencia.
Este es el momento de mirar atrás y hacer un ejercicio de introspección, ver hasta qué punto las cosas podrían haber sido más fáciles.
En consulta la mayoría de la padre se queja de los siguientes problemas con los niños:
Sobrecarga de deberes
Los niños no atienden las normas de casa
Problemas en el colegio (disputas)
Cansancio porque los niños no paran
Niños que duermen poco
Sobrecarga de deberes
Completamente de acuerdo. Los niños llevan a veces demasiada tarea para casa, y ya, si van a un colegio bilingüe y los padres no saben inglés, puede ser el peor de los horrores.
Lo primero que debemos averiguar es si los niños disponen de tiempo en el colegio para hacer las tareas y son aquellas que no han realizado en clase las que llevan para casa (es bastante frecuente).
En ese caso es necesario que el niño comprenda que el tiempo que le han dado y lo ha dedicado a hacer el payaso o vaguear le quita tiempo de ocio al llegar a casa, que es su responsabilidad.
Es necesario establecer el momento en que van a realizar los deberes, mejor que antes de jugar. Deben hacerlos en un sitio fijo, preferiblemente en su habitación, con una mesa despejada y buena iluminación.
Lo ideal es que los niños saquen todas las tareas para realizar y procuren hacerlos solos, sin distracciones, sin levantarse cuarenta veces, y que sólo sea para dudas o tomarles la lección cuando les pregunten a los padres.
Jamás deben hacer los deberes a sus hijos: no se esforzarán ni el maestro sabrá dónde están las dificultades del alumno.
A este respecto hay que llamar la atención sobre las actividades extraescolares. Tenemos que considerar que los niños no deben tener el día sobrecargado, la práctica de un deporte, una actividad musical o un refuerzo en materias que le resultan complicadas ya de por si pueden ser una sobrecarga total.
Evitemos llenar las tardes de nuestros hijos, de forma que terminen su jornada en muchos casos cerca de las 8 de la tarde, momento en el que se ponen con los deberes. El niño debe tener tiempo para un ocio relajado (y si es posible no con la consola o el móvil).
Los niños no atienden las normas en casa
Cuando decimos: “se lo tengo que repetir cincuenta veces”: alarma. Los niños suelen tener el oído fino, y oír oyen a la primera, responder a veces es sólo al grito.
No nacen así de serie, el número de veces que le tenemos que repetir las cosas guarda consonancia con las veces que les hemos llamado, no han contestado y en ese momento nos hemos levantado he ido a que obedecieran.
Cuando se repiten las cosas se acaba gritando, y ya tenemos el drama diario. El niño no obedece porque le pedimos cosas que les rompen la diversión, y eso a nadie le apetece, pero a veces es necesario saber que si se le dice a la ducha, el pijama, a cenar, es algo que tiene que realizar al momento, con el tiempo justo para recoger con lo que está jugando.
Esto es un pequeño reto porque al principio es cansado para los padres. Establecer esta rutina supone decir algo al niño, esperar el tiempo prudencial, levantarse, quitarle aquello con lo que está jugando y llevarle.
Por supuesto requiere una explicación previa: una explicación previa no es una explicación diaria. En el momento que sepa que “la cosa va en serio” y que se juegan que les apaguen la consola a media partida aprenderán la consecuencia aversiva de no obedecer.
Se necesita constancia y no cambiar nunca una decisión, de esta manera la conducta disruptiva se mantiene porque las consecuencias son aleatorias.
Disputas en el colegio
Nada mas desagradable que una llamada del colegio diciendo que el niño está castigado por pelearse. Lo normal es que el niño diga que él no tuvo la culpa (yo lo hacía, por lo menos).
Una disputa es normal, no es un drama, pero requiere tomárselo en serio. Puede ser que el niño no tenga la culpa y haya sido víctima de un “matoncito”. Habrá que explicarle que si vuelve a ocurrir debe avisar a la profesora, que eso no es ser chivato en absoluto.
En caso de que haya sido una pelea entre iguales, explicarles claramente que no vais a consentir la agresión como forma de solucionar un problema, ofreciéndoles alternativas para solucionar las diferencias con sus compañeros.
Explicarles desde el principio que el colegio es un lugar de aprendizaje, pero tambien de compartir juegos con otros niños, que los enfados puntuales son normales dentro de una convivencia, pero que los pequeños problemas se deben solucionar porque es mejor disfrutar de unas buenas relaciones con los compañeros.
Hablar, y hablar, escucharles, expresar vuestra comprensión y convertiros en sus consejeros para dar soluciones diplomáticas a las pequeñas disputas en el cole.
Cansancio porque los niños no paran
Hay niños más movidos que otros. Pero desde luego, hay adultos que tampoco se paran mucho a buscar soluciones. Los niños movidos necesitan actividad física, actividades deportivas y un ritmo que al llegar a casa vaya bajando de intensidad.
Los niños que se suben a los sillones, que juegan al balón en el salón o que están hasta las 11 dando la lata, no son más movidos que otros niños, simplemente hay niños que sus padres se paran a manejarles, que saben llevarles, que cuando empiezan a subirse a la parra no permiten que el nivel de excitación se dispare y les proponen otra actividad o les entretienen.
Exceptuando los niños hiperactivos (menos de los que nos imaginamos) la mayoría de los problemas de niños “que no paran” se basan en padres que se han rendido y no han hecho valer su condición de adultos.
Ser adulto no es ser un ogro, es tener sentido común, y ante todo, tener la paciencia para dedicar el suficiente tiempo a los niños para ponerles unas pautas de conducta (si has conseguido que tu hijo no meta los dedos en el enchufe, también puedes conseguir que no salte en el sillón).
Cuando el niño aprende a ser lo que viene siendo un niño (no un mueble ni un salvaje), normalmente tiene una actitud más relajada. El conocimiento de las normas les proporciona seguridad y unos patrones de conducta más estables.
Niños que duermen poco
Es cierto que hay niños que ya de bebés duermen poco, pero sinceramente, el problema que tratamos aquí es más el de los niños que parece que se van preparando para ser los reyes del after en cuanto tengan edad. Pululan por la casa a las 11, a las 12, a la 1, a pesar de tener colegio al día siguiente.
Hay técnicas para conseguir que los niños se vayan a la cama a su hora. Se necesita paciencia, establecer las reglas, no ablandarse y aguantar al menos una semana de llantos desgarradores, que es lo que les suele llevar darse por vencidos.
Empezarán poniéndose como locos, pero es más rentable llevar de la mano al niño cuarenta veces a la cama y oír su serenata desgarradora durante cuatro horas por día durante una semana, sabiendo que al final de esta pesadilla vendrán tiempos de recuperar el ser humano adulto que hay dentro de vosotros.
También necesitáis tiempo de intimidad con vuestra pareja, de silencio, de paz leyendo un libro (sé que suena bonito).
En definitiva, ahora que va acabando el curso, pensad que muchos de los problemas a los que os habéis venido enfrentando son subsanables.
Trabajar problemas concretos con técnicas de modificación de conducta puede ser beneficioso para vuestros nervios y para el niño en muchísimos aspectos (reducir su nerviosismo, centrarle, disminuir las situaciones enrarecidas en el ámbito familiar).
Tener un niño es amarle pero también educarle. Lo primero no cuesta trabajo, para lo segundo se necesita firmeza y tener las ideas muy claras. El beneficio a nivel familiar es extraordinario, y es una manera de disfrutar de la infancia del niño y acompañarle de verdad en su camino.
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